La violonchelista Maya Beiser publica en Islandia Music Records una versión del «In C» de Terry Riley para violonchelo solo.
En noviembre de 1964 se produjo en el San Francisco Tape Music Center el estreno mundial (una forma pomposa de hablar de lo que fue, en realidad, un concierto a cargo de un grupo músicos amigos que estaban llamados, sin saberlo todavía, a cambiar por completo el mundo de la música contemporánea) de In C de Terry Riley, obra fundamental en la historia de la corriente musical conocida como minimalismo.
In C es una obra con una partitura muy simple, que cabe en un folio, en la que hay una libertad enorme para improvisar, lo que facilita que cada vez que se interpreta pueda convertirse en una obra distinta. En resumidas cuentas, In C [En do] consta de 53 motivos musicales cortos y numerados, que duran entre medio tiempo y 32 tiempos; cada frase puede repetirse un número arbitrario de veces a discreción de cada músico del conjunto. Así, cada músico tiene el control sobre la frase que toca y se anima a los músicos a tocar las frases empezando en momentos diferentes, aunque estén tocando la misma frase. De este modo, aunque el contenido melódico de cada parte está predeterminado, In C tiene elementos de música aleatoria. Las instrucciones de interpretación indican que el conjunto musical debe intentar tocar con una diferencia de dos o tres motivos entre sí. Los motivos deben tocarse en orden, aunque algunos pueden saltarse. Como se detalla en algunas ediciones de la partitura, es habitual que un músico toque la nota do en corcheas repetidas, normalmente en un piano o en un instrumento de percusión con tono (por ejemplo, la marimba). Esto funciona como un metrónomo y se conoce como el «pulso». Fue Steve Reich –uno de los músicos que participó en el estreno de la obra en el San Francisco Tape Music Center, junto con Jon Gibson, Pauline Oliveros, Stuart Dempster y Morton Subotnick, entre otros– quien sugirió a Riley la idea del pulso rítmico, alterando así radicalmente la composición original de Riley, que no tenía un ritmo predeterminado.
A las numerosas grabaciones de todo tipo que se han realizado desde que en 1968 CBS publicó la primera de ellas (con Terry Riley como director y saxofonista; Jon Hassell, trompeta; Darlene Reynard, fagot; Jerry Kirkbride, clarinete; David Shostac, flauta; Jan Williams, marimba; Lawrence Singer, oboe; Margaret Hassell, piano; Stuart Dempster, trombón; Edward Burnham, vibráfono y David Rosenboom, viola) se suma, ahora, una interesantísima versión para violonchelo solo a cargo de la violonchelista estadounidense (nacida en Gazit, Israel, el 31 de diciembre de 1963, de padre argentino y madre francesa) Maya Beiser, una auténtica figura en el campo de la interpretación del repertorio minimalista y contemporáneo. De hecho, Beiser ya figuraba como violonchelista en la grabación de Bang on a Can publicada por Cantaloupe en 2001.
Aunque Maya Beiser x Terry Riley: In C es una grabación para violonchelo solo, con ligeras aportaciones de percusión a cargo de Shane Shanahan y Matt Kilmer. Ella se encarga, en cambio, de todos los violonchelos, con varias grabaciones superpuestas, manteniendo siempre ese pulso de do sobre el que se asienta la arquitectura sónica del álbum. «Para mí –dice Maya en las notas del disco– In C es una especie de amalgama entre código abierto y texto sagrado. Al crear este álbum me interesaba encontrar las conexiones rítmicas y melódicas fortuitas que surgen al reconstruir las 53 células melódicas de In C como una serie de bucles de violonchelo, flotando sobre continuos zumbidos de violonchelo en do. El álbum explora cómo el misterioso mundo de la cuerda do del violonchelo, con sus ricos sobretonos y armónicos, conforma y da nuevas posibilidades a la obra de Riley en una iteración íntimista pero expansiva de esta obra clásica. Se trata de un viaje personal a una pieza que se creó originalmente y siempre se ha interpretado como una experiencia comunitaria». Por su parte, el autor, residente desde el confinamiento en Japón, describe la grabación de Maya como «asombrosamente bella», y que «el conjunto fluye naturalmente y su sonido de violonchelo resulta cálido y poderoso».
Aunque In C tiene una duración indeterminada, el fallecido contrabajista Stefano Scodanibbio, que trabajó en numerosas ocasiones con Riley, explicaba que lo ideal es que la duración se sitúe en torno a la hora o, como mucho, una hora y diez minutos. En el caso que nos ocupa, Beiser la ha realizado en 55 minutos. Dividida en Spotify en diez movimientos, uno de los más emotivos y sorprendentes es el bautizado como In C 4. Mañana sábado, 6 de abril, tendrá lugar en el National Sawdust de Brooklyn el concierto de presentación, en el que Beiser estará acompañada por los percusionistas Shane Shanahan y Matt Kilmer.