«Diatope», de Iannis Xenakis, clausura el Festival de Otoño de Madrid de 1985.
Como homenaje y recuerdo a Iannis Xenakis en el centenario de su nacimiento, incluyo aquí el artículo que publiqué el 30 de octubre de 1985, en el periódico Ya, con motivo del estreno en la plaza de todos de las Ventas de Madrid, en la clausura del Festival de Otoño de aquel año, de la Sinfonía pirotécnica, uno de los espectáculos metamusicales de Iannis Xenakis, formado por la partitura de su obra Diatope (uno de sus famosos «polítopos») y la «partitura» pirotécnica Epure pour cent milliards d’etincelles del escultor y «mago de la luz» francés Pierre Alain Hubert. Téngase siempre en cuenta el año de realización.
El Festival de otoño –la Cultura mundial en pleno que se nos ha venido encima– toca a su fin. La Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Madrid ha previsto un final inolvidable para clausurar nuestra particular Europalia de mes y medio.
La Sinfonía pirotécnica es, si se me permite la metáfora, casi un milagro. Dos arquitectos –Iannis Xenakis y Pierre Alain Hubert– se encargarán de engalanar el cielo de Madrid en la noche del 1 de noviembre. Ambos edificarán castillos en el aire. Uno, con sus fuegos artificiales; el otro, con su música.
Pierre Alain Hubert
Antes, escultor y arquitecto; ahora, mago de la luz. En Japón aprendería la magia de la pirotecnia. Hay que recalcar que lo que podremos presenciar no serán simples fuegos de artificio. Serán Fuegos de Artificio, con mayúscula. Arte. El fruto de casi trece años de trabajo intenso. El fruto del esfuerzo creador e imaginativo de un hombre obsesionado por desentrañar los más recónditos secretos y las más apabullantes posibilidades de la pirotecnia.
Mil y una formas luminosas estallarán, silenciosas, mudas, por encima de la plaza de toros monumental de Las Ventas. La calle de Alcalá brillará de un modo distinto. Sobre ella se alzarán minúsculas e infinitas estrellas de todos los colores, formando inverosímiles dibujos que plegarán su demoníaca belleza ante los compases de la música, no menos estremecedora, de Iannis Xenakis.
Iannis Xenakis
También arquitecto, ayudante en un tiempo de Le Corbusier, ingeniero de Caminos, doctor en Ciencias Humanas y un largo etcétera de actividades, entre las que sobresale su faceta de compositor.
Discípulo de Olivier Messiaen y de Hermann Scherchen, Xenakis profundizará en las teorías matemáticas como motor único de su composición musical. Creador de la «música estocástica», nombre que hace referencia a su modo de componer, basado en las teorías del cálculo de probabilidades, así como en las reglas de la lógica matemática y las teorías de los acontecimientos en serie.
Xenakis, de origen griego, aunque nacionalizado francés en 1965, es uno de los más atrevidos y fecundos compositores de la vanguardia mundial, en la que figura desde los años cincuenta. Autor de una complejísima obra, que pretende representar musicalmente las complicadas estructuras de la arquitectura contemporánea, Xenakis ha pasado, sin embargo, prácticamente inadvertido ante el público español.
La Sinfonía pirotécnica es, por lo tanto, una oportunidad única para apreciar el ensamblaje milimétrico entre las dos partituras: la pirotécnica –Epure pour cent milliards d’etincelles– y la musical –Diatope–, última composición, hasta la fecha, de Iannis Xenakis, de carácter electroacústico.
Música abstracta y difícil, pero, al mismo tiempo, bellamente hipnótica. Fondo sonoro ideal para un espectáculo visualmente igualmente abstracto y evocador.
Madrid entero se va a vestir de fiesta para despedir el Festival de Otoño. El año próximo, Dios mediante, volveremos a recibir un aluvión cultural sin precedentes. Mientras, aprestémonos a admirar el prodigio de la hermandad entre sueño y realidad que Pierre Alain Hubert y Xenakis nos van a ofrecer.