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Hoy se celebra el centenario del nacimiento del compositor greco-francés Iannis Xenakis.

Este domingo se celebra el centenario del nacimiento del compositor de origen griego, nacido en Rumania y nacionalizado francés Iannis Xenakis. Más de veinte años después de su fallecimiento, el espíritu de Xenakis sigue vigente y personificado a través del diálogo creativo incesante entre arte y ciencia.

Xenakis nació en Brăila, Rumanía, en 1922, probablemente en el mes de mayo, y murió en París el domingo 4 de febrero de 2001: debido a las circunstancias históricas y políticas de la época, no se ha conservado ninguna inscripción registral relevante con respecto a la fecha de su nacimiento, que él mismo eligió conmemorar el 29 de mayo por su significado, que hacía referencia al éxodo de los eruditos bizantinos a Occidente tras la caída de Constantinopla y al fortalecimiento del Renacimiento, que ya estaba en pleno apogeo sobre la base de la civilización clásica.

De orígenes familiares griegos, a los diez años se trasladó con su familia a Atenas. Tras la temprana muerte de su madre, fue enviado a un internado de élite en Grecia, y antes de comenzar a prepararse en 1940 para sus estudios de ingeniería, tomó clases particulares de música con Aristóteles Kountourov, un compositor griego nacido en Tíflis. Desde 1941, con la ocupación nazi del país, se implicó en la Resistencia frente a los alemanes. En una de esas escaramuzas, el estallido de un obús le desfiguró la cara y le hizo perder la visión de un ojo. Finalizada la II Guerra Mundial, en Grecia estalló una guerra civil entre el gobierno monárquico de derechas y los comunistas griegos. Para evitar la amenaza del reclutamiento forzoso y habiendo obtenido ya su licenciatura en ingeniería por la Universidad Técnica Nacional de Atenas, Xenakis huyó a Francia en 1947, con una beca del gobierno francés, bajo el seudónimo de Konstantinos Kastroynis.

Ya en París entró a trabajar como ingeniero de cálculos en el estudio de arquitectura de Le Corbusier, además de comenzar a entrar en contacto con el mundo francés de la música, interesándose inicialmente por la obra de Olivier Messiaen a cuyos cursos de análisis se apuntó durante dos años. El estreno de su obra orquestal Metástasis, en octubre de 1955, le hizo famoso de golpe. Casi al mismo tiempo, publicó un artículo en el que criticaba fundamentalmente la música serial de su época.

En su faceta profesional, Xenakis trabajó en la construcción de un complejo residencial en Marsella y de un edificio de apartamentos en Nantes, el que situó un parque infantil en la azotea del edificio. Intervino también en la construcción del convento de Tourette, cerca de Lyon, donde, por un lado, aplicó su idea de acristalamiento “ondulado”, combinando finos cristales verticales de anchura variable y elementos verticales de hormigón de grosor variable. En 1958, Le Corbusier y Xenakis idearon el Pabellón Philips de la Exposición Internacional de Bruselas, una obra de arquitectura efímera que destacaba por la radicalidad de sus planteamientos estéticos: una composición asimétrica formada por nueve paraboloides hiperbólicos, sustentados por cables tensores por ambas caras. Por expreso deseo de Le Corbusier, el Pabellón Philips fue la primera experiencia de síntesis artística de sonido, luz y arquitectura, una obra de arte completa, donde se pudo escuchar el Poema electrónico de Varèse. Xenakis, que ya había comenzado a destacar como músico experimental con obras como Metástasis, también intervino en esta obra con una partitura experimental titulada Concrèt PH, que sonaba a modo de interludio durante la entrada y salida de cada pase para visitar el pabellón.

Xenakis había dado en sus primeros ejemplos de producción musical una transcripción de la música folclórica griega que trascendía las reglas de la armonía y la puntuación tradicionales, buscando liberarse de las limitaciones y condiciones de la tradición. En última instancia, la creación emblemática de Yannis Xenakis es la llamada “música estocástica», del verbo stochazomai (στοχάζομαι, en griego): formar conjeturas o especular, tal y como lo utilizaban Platón y Sófocles, aunque Xenakis también se refería al matemático Jacob Bernoulli, que utilizó por primera vez la palabra estocástica en el siglo XVII en relación con la teoría de las probabilidades.

Con la música estocástica, Xenakis trasciende la música serialista de doce tonos y utiliza la teoría y el cálculo de probabilidades introduciendo toda una serie de funciones matemáticas. En este sentido, Xenakis combina en la música contemplativa la libertad absoluta de pensamiento con la ley de las probabilidades, y en una etapa posterior combina la música contemplativa con el mundo electrónico multipotencial, que experimentó por primera vez en profundidad en 1964 en Berlín.

Xenakis sostenía que, en el contexto de la música estocástica, el sonido tiene una textura cuántica, formada por galaxias de granos elementales definidos por la frecuencia, la intensidad y una duración muy corta. Las relaciones de estas galaxias introducen la teoría de conjuntos en la música. Dentro de este impresionante paisaje de creación, Xenakis se ve abocado a la formulación axiomática de los principios que rigen este encuentro entre arte y ciencia, tales como:

  • El arte participa del razonamiento inductivo, que es la base de las Matemáticas, las Ciencias Naturales, la Filología, la Crítica.
  • El arte se rige por la experimentación al igual que la ciencia,
  • El arte y la ciencia se definen por el hecho de la revelación instantánea.

Con estos criterios, Xenakis creó su obra empleando tanto sonidos de instrumentos de orquesta sinfónica, sonidos de la naturaleza y del mundo industrial, sonidos producidos artificialmente por instrumentos analógicos (por ejemplo, generadores de frecuencia), sonidos de ordenadores o la propia voz humana. Las matemáticas y la física intervenían para lograr la dinámica deseada del sonido mediante la disposición arquitectónica de la orquesta y el espacio circundante. En particular, las Matemáticas intervienen en el movimiento lineal del sonido, con la alternancia de movimiento y no movimiento de grandes masas de eventos sonoros, donde se reconocen las teorías de Parménides y Zenón sobre el contraste entre la estasis y el movimiento, o entre el movimiento y la inmovilidad, con la intervención también de la teoría de la probabilidad. Con la teoría de las probabilidades, las nubes se crean a partir de pequeños desplazamientos de masas de eventos sonoros y sonidos puntuales, o incluso polvo de sonidos, según la vívida descripción de Xenakis.

La composición de la música de Yannis Xenakis se basa en volúmenes sonoros nucleares y en la intensa yuxtaposición de éstos para lograr el producto musical. Xenakis estableció un paralelismo entre su música y la pintura de Kandinsky, Malevich, Mondrian y el efecto visual creado por la intensa yuxtaposición de formas simples en sus obras. El compositor sostenía que la música es un condensador de teorías y visiones. La principal aplicación de sus puntos de vista sobre la música está representada por los Politopos, que son espectáculos policromos resultantes de una combinación de música, láseres y elementos del mundo electrónico, y en los que el concepto de lugar se refiere a las dimensiones sonora, visual y técnica de los espectáculos. Xenakis creó politopos en Montreal (1967), en Osaka (1970), en Persépolis (1971), en París/Cluny (1972) y, en 1978, para la inauguración del Centro Georges Pompidou de París, a la que llamó Diatope para distinguirla del Politopo de Cluny. También en 1978, Xenakis organizó un multiteatro similar en Micenas, al que llamó Micenas Alfa.

Xenakis afirmaba que la música participa simultáneamente en el flujo del tiempo y en el espacio-tiempo. El espacio fuera del tiempo se refiere al concepto de memoria como contenido del espacio-tiempo personal. Y daba especial importancia a la llamada música profunda: la estructura profunda de toda obra del intelecto humano (por ejemplo, la estructura profunda de un texto literario), es el lugar de los significados, la armonía y la tensión. Desde este punto de vista, Xenakis puede considerarse un auténtico descendiente de la Ilustración, con orígenes en la Enciclopedia de Diderot, Voltaire, Montesquieu, Rousseau y d’Alembert.

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