«Homeland», de Laurie Anderson.
Han pasado nueve años desde su anterior trabajo, Life on a String, pero lo cierto es que Homeland, el espectáculo del que ahora se edita el álbum que lo resume, lleva rodando por el mundo tres años largos. De hecho fue el espectáculo que ofreció en el Cuartel del Conde Duque de Madrid en verano de 2007.
A Laurie Anderson hay que situarla en su contexto: básicamente es una artista multimedia para quien lo más importante es la palabra, y la música el medio más directo para que las ideas que lanza se queden en el cerebro del receptor de sus conceptos. Por eso, aunque la música sea su medio más reconocible, su obra no se compara con otros grandes artífices de la palabra cantada (Dylan, Patti Smith, Springsteen…) sino con los Artistas, fundamentalmente los pop (Andy Warhol, Jasper Johns, Robert Rauschenberg…)
Y Homeland es la obra más intensa en la que se haya aventurado. Aquí vierte toda la experiencia de sus 63 años de vida, depurada en una auténtica obra maestra. En resumen es una disección de los Estados Unidos, analizados con una visión irónica y devastadora de su papel como metrópoli del Imperio. Su política exterior, su responsabilidad en el colapso económico, la erosión de las libertades civiles, la hipocresía política… temas todos ellos tratados con más mano izquierda que Michael Moore pero con la misma saña.
A Laurie la descubrió el gran público (antes de por ser la novia y luego esposa de Lou Reed) por su O Superman (For Massenet), que llegó al número 2 de las listas británicas en 1981. En Homeland hay también un tema con capacidad para ser un hit: Only an Expert, el más rítmico y rotundo de un álbum que debería ser materia obligatoria de estudio en las escuelas, en el que lo de menos es que se encuentren (esporádicas) colaboraciones de Antony Hagerty, John Zorn o el mismísimo Lou Reed.