«Reverse», de Richard Pinhas.
El rock francés es uno de los más desconocidos para el público español. Por eso, el nombre de Richard Pinhas –a veces trabajando con el seudónimo Richard Dunn– puede que no diga nada ni a los supuestos connoisseurs de las vanguardias, pese a sus ¡¡45!! años de trayectoria, en los que ha trabajado con Pascal Comelade o con Merzbow –extremos del arco en el que se mueve–. Reverse es su enésimo álbum: cuatro largos temas, todos ellos titulados Dronz seguido de un ordinal y un subtítulo. Y dronz suena a drones. Pero no sólo: digamos que son temas que parten, en origen, de donde el rock progresivo se confunde con el krautrock, pero en su elaboración terminan llegando a un territorio en el que lo que brota es la anarquía de la no wave pasada por el filtro de un Glenn Branca, como desatador de infiernos guitarrísticos. Sobrecogedor.