Eduardo Polonio: «En 1969 yo ya hacía música repetitiva o minimal».
El 20 de agosto de 1988 publiqué en el periódico Ya, en el que colaboré habitualmente entre 1985 y 1991, la entrevista con Eduardo Polonio (Madrid, 1981) que puede leerse a continuación. La ópera a la que hace alusión ni se titularía finalmente con el título que le da en el artículo –Kepler, Kepler se terminó titulando Uno es el cubo · Fantasía kepleriana en cinco sólidos perfectos– ni se estrenó en 1992, como estaba supuestamente previsto, sino en 1995. Al leer el artículo téngase siempre en cuenta el año en que se realizó la entrevista.
Eduardo Polonio es uno de los compositores más importantes con que contamos actualmente en España. Su nombre está inscrito en dos de las más importantes formaciones españolas de música contemporánea. Formó parte del grupo Koan en su primera etapa (1967-70) y fue uno de los fundadores de ALEA-Música Electroacústica Libre, junto con el que es actualmente nuestro compositor vivo más conocido, Luis de Pablo, y el argentino Horacio Vaggione.
El camino elegido por el compositor Eduardo Polonio le ha alejado de los cenáculos tradicionales en lo que se entiende estrictamente por música contemporánea; él es consciente de que da «una imagen seria, pero sin esa carta intelectual que da la música contemporánea». Su música es hija del minimalismo de Terry Riley, con quien entró en contacto en el Festival de Darmstadt de 1969 , donde participó en la polémica interpretación de la obra de Riley In C (“en do”), considerada como la primera obra compuesta según la técnica minimalista. «Con el minimalismo pasa una cosa que me deja completamente atónito: hace años nadie lo aguantaba y hoy está de moda a través de compositores como Wim Mertens, que pasa por ser un gran “pope” de la música minimalista, mientras que el público ignora la obra de Steve Reich o Terry Riley. En el año 1969 yo ya hacía música repetitiva y minimal y había nadie en España que lo hiciese. Y cuando llevas veinte años haciéndola ves este fenómeno, su supuesta moda, con otra perspectiva».
Música no comercial
En lo que va de año, la discografía de Eduardo Polonio ha sufrido un incremento notable. Hasta ahora sólo había publicado tres discos de larga duración: Fantaisie impromptu, en 1969; It, en 1976, y Acaricia la mañana, en 1984. Sin embargo, en este año ha publicado dos: Blood stations. Syntax error, para el pequeño sello Esplendor Geométrico, y, más recientemente, Cuenca, grabado en el Laboratorio de Música Electroacústica del Conservatorio de Cuenca y publicado por Nuevos Medios. «Yo hago suficiente música como para sacar un elepé al año, pero a las compañías discográficas no les interesa la música, sino ganar dinero con ella. Cualquier podría argumentar que esto es lógico, ya que no son instituciones benéficas, sino empresas que han de tener unos ingresos. Pero también se podría enfocar de otra manera. Cualquier casa puede obtener pingües ganancias editando músicas comerciales y dedicar una pequeña parte a mantener una línea de música no comercial. Esto lleva a muchos artistas a la producción independiente, como ha sido el caso de algunos de mis trabajos».
Precisamente, sus dos últimos trabajos han sido publicados por compañías que se han decantado siempre por una labor comercial no ajena al riesgo y a la experimentación, aunque, en el caso de Nuevos Medios, gran parte de su renombre se deba al pop y al rock. Eduardo Polonio ha colaborado en numerosas ocasiones con algunos de los músicos de rock más inquietos del panorama musical español. «La música electrónica antes estaba reducida a círculos muy restringidos, porque había muy pocos estudios. En España sólo existen actualmente tres: el Phonos, de Barcelona; el del Conservatorio de Cuenca, y otro más en Pamplona. Madrid tiene intención de abrir un cuarto gabinete en el Centro de Arte Reina Sofía. Cuando surgió el sintetizador se salió de este círculo y ahora el acceso a la música electrónica es más fácil: prácticamente todos los grupos de rock llevan sintetizadores».
El proyecto más ambicioso de Eduardo Polonio está por llegar. Se trata de Kepler, Kepler, una ópera multimedia basada en la vida del famoso astrónomo alemán. Proyecciones de vídeo, bailarines y distribución ortofónica del sonido regulado por ordenador son algunas de las características de esta ópera, cuyo primer acto se estrenará a finales de este año en el teatro de la UNESCO, de París. La ópera completa se representará en 1992, coincidiendo con los actos culturales del V Centenario.