La flautista estadounidense Laura Cocks debuta en solitario con «Field Anatomies».
La flautista estadounidense Laura Cocks es, además, la directora ejecutiva de TAK Ensemble, un quinteto neoyorquino de cámara (percusión, violín, voz, clarinete y flauta), especializado en la interpretación de la música más experimental que se hace actualmente.
Aunque TAK cuenta con varios discos publicados (algunos a través de su propio sello, TAK Editions), con obra propia y ajena, Cocks acaba de debutar en solitario con un álbum de flauta solo titulado Field Anatomies y publicado por través de Carrier Records, disponible en Bandcamp. Se trata de un álbum de cinco piezas, con una duración total que casi llega a los 75 minutos, y si alguien se imagina que la música para flauta es dulce y simple, puede ir abandonando completamente la idea (aunque en el disco la flauta cuente con acompañamiento puntual de electrónica). La flauta es un instrumento increíblemente físico y directo, en el que se puede escuchar el sonido de un hombro tenso, un estómago hinchado, un cuello rígido. Cuerpo y flauta pueden ser uno y su sonido puede percibirse como el resultado inmediato de la respiración, de la acción física vital como base de la creación de sonora. Con esa acción tan destacada en el timbre sin resistencia de la flauta, las ramificaciones de lo que puede transmitirse entre los cuerpos que suenan y escuchan son inmensas.
Las piezas de las que se compone el disco son todas ellas intensas, incluso abrasadoras. El disco comienza con una auténtica bofetada sonora: los casi veinte minutos de duración de Atolls, de David Bird, para flautín solo más otros 29 flautines espacializados. En la web de Bird se explica que en su interpretación, los 29 pícolos auxiliares deben rodear al solista y al público y que «el tono que tocan los intérpretes auxiliares se deriva del análisis espectral combinado de un platillo de batería y el grito de Janet Leigh en Psicosis, de Alfred Hitchcock». Desconozco cómo se puede registrar la sensación que puede producir esa interpretación en un estudio de grabación, pero la angustia que trata de transmitir esa explicación de su autor se percibe perfectamente en la escucha.
La segunda pieza es Oxygen and Reality, de Bethany Younge, para flautín, electrónica y globos que funcionan como pulmones externos fijados al instrumento, con los que Cocks solventa los problemas para expirar todo el aire necesario que demanda la pieza para sonar.
Spiritus, del compositor suizo Jessie Cox, significa «aliento» en latín, y la composición representa la exploración ontológica del aliento en relación con el sonido, en particular cómo el aliento deforma la forma del sonido y crea un “brillo” en su interior. No hace falta insistir en el sentido que tiene canalizar esta exploración de la respiración con la flauta, en una pieza repleta de armónicos y en la que, además, parecen coincidir simultáneamente dos tonos diferentes, con la nota más baja subiendo de escala cromáticamente y la nota más alta bajando de escala cromáticamente. Toda la pieza, en conjunto, ofrece una meditación sobre la respiración que resulta impresionante.
La inquietante y guturalmente expresiva You’ll See Me Return to the City of Fury, de la compositora colombiana Diana Marcela Rodríguez (DM R), para flauta y electrónica, es la obra en la que la electrónica cobra más protagonismo, y en la flauta el uso del glissando, tanto ascendente como descendente. Finalmente, la última obra es Produktionsmittel I, de Joan Arnau Pàmies (Reus, 1988). Se trata de la primera parte de la obra más ambiciosa del compositor tarraconense, cuyas tres Produktionsmittel duran en conjunto dos horas. Esta primera dura veinticinco minutos y refleja, como su título indica [medios de producción, en alemán], la fisicidad de la ejecución, tratando de representar la lucha del individuo frente al sistema socioeconómico actual. La partitura tiene más instrucciones de las que el intérprete puede seguir, de forma que se le obliga, durante casi media hora, a someterse a un estado constante de sobrecarga. Cocks soluciona la frenética exigencia de la partitura con soplidos, ruidos bucales, chasquidos o gemidos que expresa través de la flauta.