Wolke-Verlag publica «VOCAL Adventures», de la cantante de jazz y profesora Lauren Newton.
Lauren Amber Newton (Coos Bay, Oregon, 1952) es una cantante estadounidense de jazz de vanguardia e improvisación libre más conocida en los países europeos de habla alemana que en los Estados Unidos, por haber sido una de los fundadores de la Vienna Art Orchestra –prestigioso conjunto de jazz de Viena, fundado en 1977 y activo hasta 2010– y por haber sido también profesora invitada en la Universidad de Música y Artes Escénicas de Graz y ocupar puestos docentes en la Universidad de las Artes de Berlín y en la Universidad de las Artes Folkwang del estado de Renania del Norte-Westfalia, además de haber sido nombrada en 2002 profesora de canto de jazz y de libre improvisación en la Universidad de Música (Hochschule Musik) de Lucerna.
Es, precisamente, su labor docente lo que en este momento nos interesa, porque hace escasas semanas ha aparecido, publicado por la editorial alemana Wolfe-Verlag el libro VOCAL Adventures. Free Improvisation in Sound, Space, Spirit and Song, un libro que puede considerarse una guía para los cantantes improvisadores, con lecciones y ejercicios inspiradores, fruto del trabajo de toda una vida de dedicación a la improvisación vocal, de la que es una de sus principales referentes internacionales, a la altura de nombres míticos de la vanguardia como los de Cathy Berberian, Joan LaBarbara o Jeanne Lee.
Como ella misma explica al comienzo del libro, sus «aventuras vocales» comenzaron en la ciudad alemana de Stuttgart en 1975, cuando aún estaba trabajando en su doctorado en música clásica. Recuerda que tuvo el impulso de unirse a una banda de jazz-rock cuyo concepto musical fusionaba la composición con la improvisación libre, «un concepto que de alguna manera me atraía, aunque no podía decir por qué […] Fueron necesarios muchos años de de experiencia en el escenario con numerosos músicos para empezar a descifrar e iluminar lo que había descubierto por mí misma, la alegría de ser creativa con la voz en el contexto de la música».
La mayor parte de lo que estimula o inspira a una persona puede expresarse produciendo sonidos con la voz, ya sea cantando o hablando. Un simple murmullo o un gruñido pueden transmitir significado. La voz emite sonidos que provienen de algún lugar más profundo: una intuición, una expresión, un deseo, una historia o una canción con o sin palabras. Y cualquiera de ellos puede manifestarse a través de la música en forma de improvisación. Esto quiere decir que las notas o los tonos pueden ser muy importantes, pero sólo alcanzan significado o comunican algo cuando se fusionan con el tono, el timbre, la emoción y la dinámica deseados, que abren, a su vez, cientos de puertas a otros ámbitos musicales.
Vocal Adventures está pensado principalmente para el cantante que quiera aventurarse en ese terreno, para ayudarle a profundizar en las infinitas dimensiones de las posibilidadees de la voz, pero sus experiencias pueden ser también útiles para todo tipo de instrumentistas o, en realidad, para cualquiera que esté interesado en ampliar sus horizontes musicales.
El libro comienza con sus primeros recuerdos musicales, los que sentaron las bases de lo que iba a ser su pasión por la música, algo que se hizo evidente a los nueve años, cuando su padre, que entonces tenía 29, decidió cursar estudios universitarios de educación musical, y en su casa se escuchaba constantemente música clásica. Pero la afición musical de su padre iba más allá y tocaba el bajo en un grupo de jazz. Fue él quien le hizo escuchar Flamenco Sketches, una de las piezas de Kind of Blue de Miles Davis. La sensación que sintió al escuchar las notas que tocaba el bajista Paul Chambers la expresa de este modo: «Tenía la sensación de que me estaba empujando en un columpio. Cada vez que tocaba sus notas era como si me diera un suave empujón a través del espacio vacío que había dejado en la malla de las notas de la trompeta, empujándome hacia adelante en la música y luego dejándome flotar hacia atrás». Así había entrado en el jazz, pero más adelante, en 1972, en su primer año en la universidad, entró en contacto con la forma de cantar de Ella Fitzgerald y sus característicos scats (canto sin palabras), que la hipnotizaron.
En el libro asistimos a su transición de estudiar piano y violín a canto, al descubrimiento de la forma de cantar de Cathy Berberian –«expresiva, aventurera y humorística»–, Joan La Barbara –«pionera en técnicas vocales no convencionales»– o Jeanne Lee, en un video en concierto con la banda de Gunter Hampel –«su música iba mucho más allá de lo que normalmente escuchaba y la actuación de Jeanne fue una sorpresa total para mí. Era intensa pero ligera, sincera y muy libre. Su forma de cantar era excepcionalmente única y nunca me había encontrado con algo así». Fue así como descubrió la filosofía de la improvisación libre: «la música improvisada no trata sólo de técnicas; de lo contrario no lo llamaríamos improvisación «libre”» y que nada es correcto o incorrecto en la música improvisada o en cualquier expresión artística basada en la creatividad.
Y es ahora, en la página 60 de las 213 de que consta el libro, cuando llegamos al punto en el que Newton le pregunta al lector: «¿cómo nos preparamos para esta aventura?» y ella misma se dispone a contestarle con una serie de preparativos que empiezan con una toma de conciencia profunda –que enlaza con la «escucha profunda» de Pauline Oliveros–: «Mira tu mano, cada dedo, sus líneas. No es necesario que le pongan nombre a lo que ves. Cierra la mano, abre la mano; siente la energía allí, el pulso de la sangre. Inspira y siente la amplitud de cada respiración». Puede seguir con la percepción del espacio: «fíjate en el espacio entre cada inhalación y exhalación. Observa las cosas que te rodean y fíjate en el espacio que las rodea. Ahora observa el espacio entre los objetos. Observa que el fondo del espacio está siempre presente». Más adelante: «Siéntate o ponte de pie, respira profundamente y suelta un suspiro de satisfacción con tu voz: “haaaaa”. Repite el suspiro con la voz como a cámara lenta. Vuelve a respirar y canta una sola nota a lo largo de toda la respiración con la misma sensación de satisfacción. Repite varias veces, cada vez con una nota diferente, un sentimiento o intención diferente, por ejemplo una expresión de estar sorprendido, perezoso, alegre, etc. Observa la diferencia en el sonido de tu voz cada vez». Y va dirigiéndose hacia el trabajo de improvisación conjunto, tanto en grupos vocales como en formaciones mixtas, con otros instumentistas, y como acabar: «Una pieza improvisada podría ser esencialmente interminable –dice–, pero por supuesto sabemos que la música debe terminar en un momento u otro, así que vamos a ver como terminar una improvisación sin la ayuda de alguien que dé una señal», lo que ella denomina «conocimiento intuitivo».
Repartidos por los capítulos del libro van apareciendo códigos QR que enlazan con ejemplos visuales de ejercicios que se pueden practicar, aparte de referencias a otros músicos y compositores fundamentales para entender el desarrollo de la improvisación –como el inevitable John Cage, Fritz Hauser, Derek Bailey, Philip Corner o Anthony Braxton–, y nombres de cantantes de antes –Jeanne Lee, Shelley Hirsch, Phil Minton, David Moss, Sainkho Namchylak, Maggie Nicols o Koichi Makigami– y de después –Dorothea Schürch, Greetje Bijma, Ute Wassermann, Guylaine Cosseron, Pamela Z, Franziska Baumann, Lauren Kinsella, Audrey Chen, Charmaine Lee, Clara Weil, Isabelle Duthoit, Sofia Jernberg, Vera Baumann, Urzsula Dudziak, Luca Koch, etc.– que han logrado extender hasta el infinito las posibilidades de la música vocal (y de la música vocal en el ámbito de la improvisación libre).