Hoy se cumple el vigésimo quinto aniversario del fallecimiento de Conlon Nancarrow.
Hoy, 10 de agosto, se cumplen 25 años del fallecimiento de Conlon Nancarrow (Texarcana, 1912–Ciudad de México, 1997), el compositor estadounidense (nacionalizado mexicano en 1956) conocido, fundamentalmente, por sus composiciones para pianola. Nacido en el seno de una familia acomodada (su padre era el alcalde Texarkana, ciudad fronteriza que se encuentra a caballo de Arkansas y Texas), estudió música en el Conservatorio de Cincinnati y de forma privada, en Boston, con Roger Sessions, Walter Piston, Nicolas Slonimsky o Arthur Fiedler. Pese a sus orígenes familiares, su posicionamiento político le llevó a afiliarse en 1934 al Partido Comunista estadounidense y, tres años después, a alistarse en la Brigada Lincoln para combatir del lado republicano durante la Guerra Civil española.
A su regreso a Estados Unidos en 1939 le fue denegado el pasaporte por sus ideas políticas y decidió instalarse en México, uno de los dos países, junto con Canadá, a los que podía viajar sin ese documento. Allí permanecería el resto de su vida desempeñando diversos trabajos alimenticios y componiendo música heredera de los planteamientos intelectuales de Henry Cowell –mentor, así mismo, de John Cage–. Nancarrow comenzó a ser conocido (en círculos reducidos) en los años ochenta (uno de sus grandes «descubridores» fue Frank Zappa, en el ámbito más popular del mundo del rock, mientras que en el ámbito de la música clásica Ligeti le definió como «el mayor descubrimiento desde Webern e Ives», y proclamó que hacía «la mejor música de cualquier compositor actual»).
Nancarrow había dedicado cuarenta años a crear una extensa producción musical, muchas veces creada expresamente para pianola (o piano mecánico), un instrumento que había conocido en su propio hogar, que ya estaba considerado anacrónico a principios de siglo , pero que en sus manos se convirtió en elemento fundamental de composición vanguardista, creando composiciones extraordinariamente complejas y veloces, imposibles de ejecutar por el ser humano, con una precisión mecánica que le permitía ofrecer texturas contrapuntísticas que se adentraban en un territorio musical inexplorado. En el libro de Kyle Gann The Music of Conlon Nancarrow, publicado por Cambridge University Press, el autor afirma que su música para pianola es «la más compleja desde el punto de vista rítmico que se haya escrito jamás, con intrincados sistemas contrapuntísticos que utilizan hasta doce tempos diferentes al mismo tiempo».