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El compositor belga Wim Mertens publica su 67º álbum, «Voice of the Living», un homenaje a todas las víctimas de las guerras.

Hace ahora un mes  se publicó Voice of the Living, el nuevo álbum del compositor y pianista belga Wim Mertens. Se trata de una composición que le había sido encargada hace diez años por Servicio Público Federal de la Cancillería del Primer Ministro belga, para formar parte de los actos de conmemoración del centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial. El estreno de la obra tuvo lugar el 28 de octubre de 2014 en la Catedral de San Martín de la localidad flamenca de Iprés y Mertens quiso dedicar la obra a los habitantes de la ciudad, que hace casi cien años fue convertida en campo de batalla durante la llamada Gran Guerra, en la que tuvieron lugar cinco sangrientos combates militares entre diciembre de 1914 y agosto de 1918.

El tema de la obra de Mertens son los recuerdos y las experiencias de soldados y víctimas de la guerra, que sólo pueden ser evocados y cantados por los vivos, de ahí su título, Voice of the Living (la voz de los vivos), que rinde homenaje a todas las víctimas de esta dantesca guerra, especialmente en las batallas que acontecieron en Iprés, donde la mortandad superó con creces límites nunca antes imaginados y la crueldad superó los niveles más abyectos –ahí fue donde se experimentaron por primera vez ataques militares empleando gases venenosos–. Pese a los 175.000 cadáveres enterrados en los distintos cementerios situados en el llamado Saliente de Iprés, la música de Voice of the Living no transcurre por los tonos dramáticos de un réquiem que hubieran sido previsibles. El disco sí muestra, en cambio, el estilo melancólico que sí marca buena parte de la obra de Mertens, en el que se entremezclan los elementos repetitivos del primer minimalismo estadounidense –al que él dedicó en 1980 un ensayo musicológico, De Amerikaanse Repetitieve Muziek. In het perspectief van de Westeuropese muziekevolutie (La música repetitiva estadounidense. En la perspectiva de la revolución musical de Europa Occidental), publicado originalmente en Bélgica– y sus raíces musicales del barroco musical flamenco.

El compositor flamenco explica en el disco que su punto de partida no es el del soldado profesional, sino el punto de vista del «hombre corriente» llevado a sufrir avatares bélicos insospechados. También explica las relaciones entre los cuatro elementos tradicionales (tierra, agua, aire, fuego) y su parangón con situaciones bélicas: el estancamiento del frente de batalla en las trincheras (tierra); las lluvias torrenciales que convirtieron el campo de batalla en puro fango (agua); los ataques aéreos y el gas mostaza (aire) y los tiroteos cruzados y la violencia del estallido de los morteros (fuego). Mertens explora el vínculo entre estos cuatro elementos y los cuatro grupos de instrumentos musicales empleados: el arpa, las cuerdas, los vientos y la percusión… y la voz, que salvo en el primer tema, Too Good, Too Loose, protagoniza las restantes nueve piezas del disco, con sus conocidas y características líneas melódicas cantadas en un idioma ininteligible que sugiere sin palabras distintos estados de ánimo.