Hoy se cumplen cincuenta años del lanzamiento de «Tubular Bells», el primer álbum de Mike Oldfield.
Hoy, 25 de mayo, se cumplen se cumplen cincuenta años del lanzamiento de Tubular Bells, el álbum con el que debutó discográficamente el guitarrista y compositor británico Mike Oldfield. El disco, una única pieza distribuida en las dos caras de un elepé, se convirtió en un éxito inesperado que convirtió a su compositor adolescente en una estrella. Del disco se vendieron diecisiete millones de copias y propulsó de forma definitiva al sello discográfico Virgin Records de Richard Branson y su portada se llegó a reproducir en los sellos postales de Royal Mail.
Sus reconocibles primeras notas sirvieron también de acompañamiento sonoro incidental a determinados momentos de El exorcista, pero el álbum es mucho más que ese estribillo. Mucho más. Abarca desde la música de cámara y el folk hasta el rock metalizado y ecos de spaghetti western, pero por lo que Tubular Bells debe ser recordado y considerado es por haberse convertido en la más notable y exitosa fusión de rock y música clásica contemporánea, el minimalismo estadounidense en concreto, tal y como explicó, bastantes años después, el propio Oldfield en su libro autobiográfico, Changeling. The Autobiography of Mike Oldfield: «Había escuchado en la radio piezas del compositor minimalista Terry Riley. Tenía un riff repetitivo llamado A Rainbow in Curved Air, una secuencia de teclado que era casi como una pieza circular porque la segunda parte era igual que la primera, pero se tocaba medio compás más tarde. Me reté a mí mismo a ser capaz de hacer eso: quería ver si era capaz de trabajar con la mano derecha y luego hacer lo mismo con la izquierda pero dos tiempos después. Fue difícil, pero me sentí muy orgulloso de mí mismo cuando logré tocarlo».