Fallece en Londres el compositor John White, considerado precursor de la música «ambient» y el minimalismo británico.
El compositor británico John White (Berlín, 5 de abril de 1936 – Londres, 4 de enero de 2004), al que han calificado en ocasiones como «el hombre invisible de la música británica experimental», falleció este pasado jueves en Londres. Hijo de padre inglés y madre alemana, su familia se estableció en Londres al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque siempre estuvo interesado en la música desde pequeño y se convirtió en un pianista capaz de interpretar la música de Liszt, Rajmáninov, Satie o Busoni, White no comenzó a estudiar música de forma reglada hasta los 19 años, abandonando las artes plásticas a las que se quería dedicar, después de haber asistido a una interpretación de la Sinfonía Turangalila de Olivier Messiaen.
White se matriculó en el Royal College of Music entre 1954 y 1957 y sus primeras composiciones las escribió todavía bajo el influjo de Messiaen, pero pronto entró en contacto con Cornelius Cardew, el fundador de la influyente Scratch Orchestra, formación en la que White se integraría tocando la tuba y el trombón. Fueron precisamente el propio Cardew al violonchelo y White a la tuba quienes estrenaron el 17 de mayo de 1968 Cello and Tuba Machine en el Queen Elizabeth Hall del Centro SouthBank de Londres, una obra de White que puede durar hasta cinco horas. Esta fue la primera de las composiciones sistémicas [systems music, en inglés] de John White, considerada, además, como la obra seminal de la música minimalista británica, un año antes de The Sinking of the Titanic, de Gavin Bryars. Diez años más tarde, precisamente, White publicaría un álbum compartido con Bryars, Machine Music, una cara para cada uno (era un Lp de vinilo), en el sello de Brian Eno Obscure Records. El título hace referencia a la existencia de un método común para cada una de las piezas compuestas por White –Autumn Countdown Machine, Son of Gothic Chord, Jew’s Harp Machine y Drinking and Hooting Machine–: una especie de proceso maquinal que se pone en marcha en cuanto comienza a girar la cinta magnetofónica. En la última de estas piezas, de auténtico espíritu cageiano y minimalista, los cinco intérpretes –Brian Eno, Christopher Hobbs, Gavin Bryars, Susan Dorey y el propio White– beben una botella de cerveza y van alternando tragos con soplidos en la boca de la botella, generando una especie de coro de lúgubres búhos.
Aunque calificado como «invisible», White compuso tres óperas, veinticinco sinfonías, 180 sonatas para piano y treinta obras para ballet, además de innumerables obras para conjunto vocal y de cámara.