Los violonchelistas de la ONE interpretan en el Auditorio Nacional la «Sinfonía para ocho» violonchelos de Philip Glass.
Joaquín Fernández, Josep Trescolí, Javier Martínez, Mireya Peñarroja, Enrique Ferrández, Mariana Cores, Montserrat Egea y Ángel Luis Quintana, violonchelistas de la Orquesta Nacional de España, ofrecen mañana, a las 19:30, en la sala de cámara del Auditorio Nacional el programa titulado Satélite 13: Violonchelos de la ONE. Además de Pas de six, para seis violonchelos, de Offenbach; las 7 canciones populares, de Falla, y Finale aus Don Quixote, de Richard Strauss, el programa cuenta con tres composiciones contemporáneas: Agnus Dei del Réquiem polaco, para ocho violonchelos, de Krzysztof Penderecki; O Comforter (oración para el Espíritu Santo), del compositor uzbeko, nacido soviético, Alexander Knaifel, y la Sinfonía para ocho [violonchelos], de Philip Glass.
La Sinfonía para ocho es un arreglo para ocho violonchelos del tercer movimiento de la Sinfonía nº 3 de Philip Glass, realizado por el violonchelista donostiarra y director de orquesta Elías Arizcuren Cabezas (San Sebastián, 1943) para el Octeto Ibérico de Violonchelos [actualmente conocido como Cello Octet Amsterdam], que fundó en marzo de 1988 en Ámsterdam, ciudad en la que reside desde hace años. Arizcuren y Glass se conocieron en 1998 en el Het Muziektheater de Ámsterdam. En el transcurso de su conversación, Glass animó al músico español a que realizara ese arreglo para ocho violonchelos, de la sinfonía que el estadounidense había creado para diez violines, cuatro violas, tres violonchelos y dos contrabajos. El arreglo creado por Arizcuren se estrenó en junio de 1999 en el Festival of American Adventures que tenía lugar en el Concertgebouw de Ámsterdam, y contó con la presencia del compositor.
La Sinfonía nº 3 es considerada como una de las más clásicas o tradicionales de Glass, con la estructura de una verdadera obra clásica. Y el tercer movimiento constituye, en realidad, el núcleo de la obra, adoptando la forma de una chacona oscura. Cuando Glass escuchó el arreglo realizado por el octeto de violonchelos quedó tan impresionado por la calidad y el potencial del Conjunto Ibèrico que le dio carta blanca a Arizcuren para sumergirse en su música. Años después, en 2006, Arizcuren y el Cello Octet Ámsterdam grabaron para Orange Mountain Music, el sello discográfico propiedad de Philip Glass, Glass Reflections, un álbum que incluye versiones para violonchelo de obras del estadounidense como Mishima, Company, Façades, The Secret Agent, etcétera.