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«5 Klavierstücke», de Irmin Schmidt.

De formación clásica, Irmin Schmidt (Berlín, 1937) es conocido, fundamentalmente, por ser el fundador (en 1968) de la legendaria banda de krautrock Can. Su trayectoria en solitario, en cambio, ha incidido en la creación de bandas sonoras (más de cuarenta) y cuenta en su haber, también, con una ópera, Gormenghast, estrenada en 1998.

La reciente publicación de 5 Klavierstücke («cinco piezas para piano») no es un regreso a nada…, sino un paso adelante más en una trayectoria de una variedad (casi) infinita. El tono general del disco es contrario a los tiempos que vivimos: en vez de prisa, pausa; en vez de aglomeración, minimalismo; en vez de ruido, silencio. Música meditativa, para definirlo de forma simple, en la que Schmidt reconoce como influencias los espíritus de Schubert, Cage y el gagaku («música elegante») japonés.

Grabadas en una única toma, las piezas han sido interpretadas en dos pianos de cola, un Pleyel –en el que Schmidt se ha permitido emplear la técnica de John Cage del «piano preparado»– y un Steinway centenario, y se cuelan por los micrófonos algunos sonidos ambientales de la casa de campo del sur de Francia en la que vive el compositor desde hace diez años.