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Elsa Mateu. Opiniones sobre Improvisación libre, música y arte.

Sí escucho bastante música improvisada libremente. Intento ir a todos los conciertos y sesiones que puedo y escucho los trabajos de amigxs o compañerxs. Pero también escucho otros tipos de música de lo más variados e inconexos, desde Jacob Collier a Rosalía y El Niño de Elche pasando por Cuba y Argentina, e intento llenar mis lagunas en el terreno de la clásica contemporánea y el Free Jazz, aunque siento que no hay tiempo en la vida para tanto. 

Aunque no sé si es necesario escuchar música improvisada libremente, supongo que cada unx llega por su camino y me sorprende la cantidad de caminos diferentes que pueden tomarse. Creo que a mí personalmente, además de la música “convencional”, que me influye cada día y mucho, me ha condicionado también enormemente mi lado plástico.  Encuentro muchas semejanzas entre pintar e improvisar, muchas sensaciones parecidas.

Yo intento hacer lo que siento y me lo tomo muy en serio, y además agradezco mucho cuando alguien me dice que le gusta o le interesa lo que hago porque me anima a seguir. También tengo en cuenta las críticas si son respetuosas: a veces me aportan algo y otras no, o acabo decidiendo que no estoy de acuerdo con ellas y me reafirman más en mis decisiones, pero siempre les doy unas cuantas vueltas.  

En mi opinión el arte es algo que hacemos sin saber muy bien qué estamos haciendo (como casi todo en la vida por otra parte) y creo que pensar mucho en cómo te van a juzgar es muy paralizante. Por otra parte, los juicios destructivos muchas veces me parecen más una necesidad de ejercer el poder de quien los hace que otra cosa. Por eso, directamente los ignoro.  

Asumo que lo que hago es una de las múltiples posibilidades de lo que se podría hacer, y que tiene una importancia bastante relativa. Podría hacerlo de otra forma, pero quiero hacerlo de ésta, no porque sea la mejor ni la única sino porque necesito hacerlo así. Es tan trascendental como eso. Si no te gusta, perfecto, no pasa absolutamente nada.

En general no creo que haya géneros autónomos, por mucho que los puristas se empeñen en poner fronteras. En particular, la Improvisación libre se alimenta de tantos géneros y lenguajes variopintos como improvisadorxs haya, por eso es libre. Para algunxs pesa más el Jazz, y para otrxs el punk-rock o la clásica, pero nadie viene de la nada. En realidad, eso es lo que me resulta más interesante. 

En otro sentido, creo que sí hay algo que hace bastante autónoma a la impro libre, y es que no da dinero. Paradójicamente, eso es una ventaja muy grande, ya que no dependemos económicamente del éxito y las ventas. Nosotros mismos autoproducimos nuestros discos y organizamos nuestras sesiones y conciertos fuera de los circuitos comerciales, y eso da mucha libertad a la hora de crear.

Las fórmulas y patrones son muy útiles y siempre están ahí. Improvisemos o ensayemos, siempre vamos a recurrir a algo conocido. Intuitiva y espontáneamente utilizamos lo que tenemos asimilado, nunca inventamos de la nada. Luego podemos trabajarlo, modificarlo o usarlo tal cual. Otra cosa es ser repetitivo o aburrido, pero la composición y el ensayo no te aseguran dejar de serlo. Y las primeras tomas me encantan. 

Creo que hacemos arte y música un poco a ciegas, y eso es lo apasionante. No tengo un concepto cerrado de lo que tengo que hacer, o al menos no conscientemente. Intento ser receptiva y desarrollar las ideas que me van llegando con las herramientas de que dispongo. Actualmente enfoco mi creatividad casi exclusivamente hacia la música y la enseñanza, pero en otros momentos he pintado o he diseñado luces y siempre es un poco parecido: a veces encuentro algo que funciona y a veces no, y tengo que seguir insistiendo. De repente se me aparece un camino nuevo y tengo que meterme de cabeza para sacarle el jugo sin saber muy bien a dónde me va a llevar. Lo más importante es atreverse, por eso hay que cuidarse de las censuras que te paralizan, vengan de ti mismx o del exterior, y asumir los errores y los fracasos como parte de esa búsqueda. Y que la inspiración te pille trabajando.

Elsa Mateu Tricás llegó a la Improvisación libre en 2012 en Tenerife. Estudió música desde muy pequeña y se dedicó profesionalmente al cello durante una etapa de su vida; aunque lo dejó unos años para estudiar la carrera de Escenografía y dedicarse a la Iluminación escénica. Así llegó a la isla en 2011, como diseñadora de luces de teatro y danza, y allí se quedó trabajando en varios proyectos diferentes hasta que volvió a Madrid en 2017.  En el entorno artístico de Santa Cruz conoció el Festival KEROXEN y a los músicos que participaban ese año con la Big Band of Visual Noise, como David Paredes y Ricardo Marichal, que inmediatamente la invitaron a colaborar con ellos. Empezó a ir los miércoles a las sesiones en el Equipo Para y conoció allí al resto: David Perreko, Carlos VKMonitor, Guillermo Horta, Simone Marín, Rafa Pinillos, etc… Más tarde aparecieron sus compañeros de Salétile (https://saletile.bandcamp.com/), Dani Tupper y Ruymán García y con ellos desarrolló un proyecto más estable durante el tiempo que estuvo allí. Y al volver a Madrid contactó con Javier Entonado y pasó a formar parte del equipo de Raras Músicas (https://rarasmusicasmadrid.wordpress.com/), junto a Gregorio Kazaroff, Jorge Cabadas y el ya citado J.G. Entonado (a.k.a. Arín Dodó). Actualmente forma parte del grupo Marion Morrison, junto a Chema Pastor, J.G. Entonado y Tomás Lucas; con los que ha grabado varios álbumes y ha participado en Festivales como el NUMAcircuit 021. También organiza el “Proyecto Morrison”, junto a J.G. Entonado; encuentros mensuales de improvisación libre ideados para que sea un espacio de experimentación e investigación en la práctica de la improvisación libre y así fomentar la creación de un lenguaje propio y facilitar el contacto entre improvisadores de distintas disciplinas.