«The Sands», de Terry Riley.
El Museo de Arte de Cleveland alberga la serie de conciertos más antigua de todos los museos de Norteamérica y, en consecuencia, un extraordinario archivo de grabaciones de estas actuaciones, que, desde la aparición en 1918 de la Filarmónica de Nueva York, supera los cinco mil conciertos a lo largo de su primer siglo de existencia.
En septiembre de 2021 el Museo de Arte de Cleveland puso en marcha su sello discográfico Recorded Archive Editions y comenzó a publicar varias obras de su extenso archivo de grabaciones, que están disponibles a través de las principales plataformas ditigales como Spotify, Apple Music y Amazon. Hoy se puede escuchar ya The Sands, una obra de Terry Riley compuesta en 1991, que fue interpretada por el Calder Quartet y la Orquesta de Cleveland, dirigidos por James Feddeck, en mayo de 2013, en el Auditorio Gartner del Museo de Arte de Cleveland, dentro de la programación de los actos conmemorativos del primer centenario de la institución.
The Sands, de media hora de duración, es un concierto para cuarteto de cuerda y pequeña orquesta, encargado por el Festival de Salzburgo y estrenado en 1991 por el Kronos Quartet y la Deutsche Kammerphilharmonie de Fráncfort, dirigidos por Dennis Russell Davies. Acerca de su creación, Riley explicó en su momento que era su respuesta a la Guerra del Golfo y el estupor que le generó. «No creo que ir a la guerra resuelva nunca nuestros conflictos –escribió años después–. Especialmente, en estos tiempos en los que son sobre todo hombres blancos ricos y envejecidos los que envían tiernas vidas jóvenes a la matanza. Ya no vivimos en la época de los líderes heroicos que dirigían sin miedo la carga por las laderas de la batalla. En su lugar, tenemos a esos cobardes pulsando, en sus bien protegidos despachos de guerra, los botones que causan mutilaciones, enfermedades mentales y muerte en todos los bandos. Con el bombardeo de Irak, tuve la premonición de que estaríamos en guerra en Oriente Medio durante años. Desgraciadamente, eso es lo que ha sucedido y ha empeorado. El inicio de la guerra, hace más de veinte años, me provocó un triste estado mental que sólo pude aliviar con la música. Como esta música la improvisé espontáneamente, me parece que se acerca mucho al estado emocional y a la sensación de pavor que experimentaba en aquel momento. No podía prever la brutalidad con la que se reproduciría todo esto en las administraciones posteriores, especialmente la de Cheney y Bush Jr., reconocidos criminales de guerra que todavía andan libres. No ofrezco esto como una diatriba política, sino para compartir los antecedentes y mis preocupaciones que condujeron a la creación del primer movimiento de The Sands [que se titula también The Sands]».
«Luego pasé meses transcribiendo y arreglando y recomponiendo secciones en una estructura con dos áreas temáticas contrastantes alternadas –seguía explicando–. Siguen otros tres movimientos no relacionados entre sí, que se conectan a la perfección para comprometer un concierto para cuarteto de cuerda de treinta minutos. El cuarteto es la fuerza motriz del primer movimiento, y su enérgico tema de apertura es impulsado por los solistas y luego retomado por la orquesta.
El primer movimiento está escrito para cuerdas y timbales y alterna motivos y escalas de Oriente Medio, un tanto angustiosos e insistentes, con zonas de tranquilos pasajes en do lidio: una especie de metáfora de lo que puede sentir la población de un pequeño país de Oriente Medio cuando se encuentra bajo un salvaje ataque aéreo por parte del ejército más poderoso del mundo. Primero las explosiones y luego el inquietante silencio.
La obra se aleja entonces del campo de batalla al pasar a Mirage [el segundo movimiento], donde entran por primera vez los vientos de madera. Sus líneas sinuosas dialogan con el cuarteto y tienen más bien el efecto de una brisa del desierto que disipa la energía de la apertura. Sin descanso, Rubberlady’s Theme Music [el tercer movimiento] se abre con un conmovedor solo de violonchelo interpretado sobre un foxtrot de movimiento lento con cuerdas en pizzicato. Tiene una atmósfera extrañamente circense inspirada en mis años en Francia tocando el piano en las bases del Mando Aéreo Estratégico en actos circenses. Rubberlady’s Theme Music da paso al movimiento final, Ebony Horns, que es una elaboración de un gráfico que había compuesto para mi pequeño conjunto de interpretación e improvisación, Khayal, y está impulsado por un ritmo hemiola de 6/8 de Ghana (kray kray tiri kray ka tay) que me sugirió el maravilloso baterista George Marsh. Si The Sands es una melancólica reflexión sobre la guerra y su violencia, Ebony Horns es una afirmación del irreprimible espíritu humano, la compasión y el amor, encendidos por una celebración del canto y la danza en este misterioso planeta».