La Biblioteca Nacional de Francia amplía hasta el 6 de noviembre «J’ai horreur du souvenir», su exposición dedicada a la figura de Pierre Boulez.
La Biblioteca Nacional de Francia (BnF, por sus siglas en francés), situada en París, abrió en junio una exposición dedicada a Pierre Boulez (1925-2016), una de las personalidades más influyentes de la vida musical e intelectual mundial del siglo XX. La exposición J’ai horreur du souvenir (Odio los recuerdos) está formada por vitrinas de documentos, en su mayoría inéditos, procedentes de varias colecciones depositadas en la BNF por diversos mecenas, como Suzanne Tézenas y Pierre Souvtchinsky o la Compagnie Renaud-Barrault y, sobre todo, la donación realizada en 2017 por los albaceas del patrimonio del compositor.
El título de la exposición, concebido por Agnès Simon-Reecht, está inspirado en una de las provocaciones tan típicamente boulezianas: «¡Odio el pasado! ¡Odio los recuerdos!», como escribió Pierre Boulez en 1965 para rendir homenaje a Roger Désormière, su padre espiritual en el campo de la dirección de orquesta. Y sabemos muy bien –como recordó en el periódico Le Monde en 2000, con motivo de su septuagésimo quinto cumpleaños– que al genial director y compositor francés no le preocupaba más el pasado que su propio lugar en la historia.
La exposición, que ha ampliado su permanencia y estará abierta hasta el próximo 6 de noviembre, muestra fuentes inéditas que arrojan luz sobre dos aspectos de Pierre Boulez en particular: el director de orquesta y el gestor cultural. Reúne un centenar de documentos, testigos de una vida intensa: manuscritos musicales autógrafos (música incidental para L’Orestie o Structures pour deux pianos), y la correspondencia, diarios, fotografías, programas de conciertos y música, instrumentos musicales como la campana baule de Costa de Marfil, que nos recuerda el interés del compositor por la música no europea.
En el núcleo de la exposición se encuentran las partituras orquestales anotadas por el Boulez director sobre las obras del Boulez compositor, ya sea sus propias obras –Le Marteau sans maître o Répons, con numerosas anotaciones sobre los dispositivos electroacústicos– o composiciones de otros grandes autores, como La consagración de la Primavera de Stravinski, Pelléas et Mélisande de Debussy o Moisés y Aarón de Schönberg, por ejemplo.
Además de vídeos y fotografías, estas partituras son preciosos testimonios de la profesión y la práctica del hombre que renovó la técnica de la dirección de orquesta, combinando técnica, un conocimiento preciso de la partitura y un gesto muy personal. La desconfianza de Pierre Boulez hacia un pasado congelado y una memoria fetichista nos invita a considerar esta exposición no sólo como un homenaje, sino también como una invitación a ver en estos documentos nuevas fuentes de investigación y creación.
© Fotografía de Daniel Cande descargada de la web de la Biblioteca Nacional de Francia.
The Bibliothèque Nationale de France is extending until 6 November «J’ai horreur du souvenir», its exhibition dedicated to the figure of Pierre Boulez.
In June, the Bibliothèque Nationale de France (BnF) in Paris opened an exhibition dedicated to Pierre Boulez (1925-2016), one of the most influential figures in 20th century musical and intellectual life worldwide. The exhibition J’ai horreur du souvenir (I hate memories) consists of showcases of mostly unpublished documents from several collections deposited at the BnF by various patrons, such as Suzanne Tézenas and Pierre Souvtchinsky or the Compagnie Renaud-Barrault and, above all, the donation made in 2017 by the executors of the composer’s estate.
The title of the exhibition, conceived by Agnès Simon-Reecht, is inspired by one of the typically Boulezian provocations: «I hate the past! I hate memories!», as Pierre Boulez wrote in 1965 to pay tribute to Roger Désormière, his spiritual father in the field of conducting. And we know very well – as he recalled in the newspaper Le Monde in 2000, on the occasion of his seventy-fifth birthday – that the brilliant French conductor and composer was no more concerned with the past than with his own place in history.
The exhibition, which will remain open until 6 November, shows previously unpublished sources that shed light on two aspects of Pierre Boulez in particular: the conductor and the cultural manager. It brings together around a hundred documents, witnesses to an intense life: autograph musical manuscripts (incidental music for L’Orestie or Structures pour deux pianos), and correspondence, diaries, photographs, concert and music programmes, musical instruments such as the baule bell from the Ivory Coast, which reminds us of the composer’s interest in non-European music.
At the heart of the exhibition are the orchestral scores annotated by the conductor Boulez on the works of the composer Boulez, whether his own works – Le Marteau sans maître or Répons, with numerous annotations on electroacoustic devices – or compositions by other great composers, such as Stravinsky’s The Rite of Spring, Debussy’s Pelléas et Mélisande or Schönberg’s Moses and Aaron, for example.
In addition to videos and photographs, these scores are precious testimonies of the profession and practice of the man who renewed the technique of conducting, combining technique, a precise knowledge of the score and a very personal gesture. Pierre Boulez’s distrust of a frozen past and a fetishised memory invites us to consider this exhibition not only as a tribute, but also as an invitation to see in these documents new sources of research and creation.