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El colectivo francés Freddy Morezon celebra el vigésimo aniversario de su fundación con una interpretación del «In C» de Terry Riley.

El colectivo musical francés Freddy Morezon celebra en 2022 el vigésimo aniversario de su formación. Con este motivo, el festival àlúnisson(s) / musiques à Garonne les invitó a participar en la actual edición del certamen que se celebra en la ciudad de Toulouse y la pianista francesa Christine Wodrascka (Aix-en-Provence, 1957), integrante del colectivo, decidió reunir a catorce músicos del conjunto para interpretar In C, la emblemática pieza del compositor estadounidense Terry Riley, que será interpretada este viernes, a las 20:30, en el teatro Garonne de Toulouse.

Compuesta en 1964 y estrenada el 4 de noviembre de ese mismo año, en el auditorio del San Francisco Tape Music Center, por un conjunto de catorce instrumentistas amigos de Riley, del que formaban parte, entre otros, Steve Reich, Jon Gibson, Pauline Oliveros, Ramon Sender, Morton Subotnick, Stuart Dempster y Stan Shaff. No es, pues, casual que Wodrascka haya decidido que sean catorce los músicos de Freddy Morezon que interpreten la pieza en Toulouse, cuya primera grabación, registrada en 1968, ha entrado a formar parte el pasado mes de abril del catálogo de obras que se preservan para la posteridad en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

In C (que significa «En do», por la nota en corcheas que marca el ritmo de la composición desde el inicio hasta el final), es considerada la obra que logró que la corriente musical minimalista alcanzara fuerza comercial dentro de la música estadounidense, porque sacó a ese estilo musical del ámbito reducido de las galerías de arte alternativas y lo metió de lleno en el ámbito del rock, dado que el establishment musical académico lo rechazó abiertamente hasta casi las puertas del siglo XXI.

La sencilla partitura de la pieza, de una única página, consiste en cincuenta y tres módulos musicales independientes, apenas breves fragmentos de melodía. Cada uno de estos módulos puede ser repetido tantas veces como cada intérprete desee. Cuando un intérprete, a su libre albedrío, se ha cansado de un módulo, pasa al siguiente y repite el nuevo tantas veces como desee. Todos los músicos que interpretan la obra (la partitura no especifica ni el número de intérpretes ni los instrumentos que tocan) se mueven gradualmente, a su propio criterio, del módulo 1 al 53. No hay forma de predecir cuando un instrumentista pasará al siguiente módulo, de forma que cada interpretación de la pieza puede ser única. Solamente hay un elemento constante y regular: el ritmo, denominado «pulso», marcado por un instrumentista que no hace otra cosa que marcar dos (la nota musical). La obra llega a su fin cuando todos los intérpretes llegan al módulo 53. Ni que decir tiene que unos pueden haber llegado antes y otros más tarde. La obra, en su indeterminación y aleatoriedad cageiana, tiene algo de ritual y obliga a los intérpretes a escucharse y responderse entre sí, de un modo casi improvisatorio, de modo que la forma en la que las frases repetidas se superpongan será diferente en cada interpretación. De hecho, la duración de la propia interpretación puede oscilar desde los veinte minutos (hay una versión de esta duración en el primer álbum de Piano Circus –Reich: Six Pianos / Riley: In C–, cuando todavía formaba parte del grupo Max Richter) a varias horas.

© Foto descargada de la web del Théâtre Garonne.