El sello Orange Mountain Music publica «Icons: Philip Glass, John Adams, and John Corigliano», con obras para violín y piano.
Orange Mountain Music, el sello discográfico propiedad de Philip Glass, ha publicado hace unas semanas Icons: Philip Glass, John Adams, and John Corigliano, un álbum de composiciones para violín y piano de esos tres grandes compositores estadounidenses, interpretadas por el violinista Robert McDuffie y la pianista Elizabeth Pridgen. Las obras interpretadas son la Sonata para violín y piano de Philip Glass, una obra de 2008; Road Movies, de John Adams, de 1995, y la Sonata para violín y piano de Corigliano, la más antigua de todas, de 1963, que fue con la que el compositor neoyorquino obtuvo en 1964 el premio de música de cámara en el Festival de los Dos Mundos de Spoleto.
Empezando por la más reciente, la de Glass, se trata de una obra de veinticinco minutos de duración, en tres movimientos, estrenada el 28 de febrero de 2009 en el Whitaker Center de Harrisburg, Pensilvania por la violinista Maria Bachmann y el pianista Jon Klibanoff. Fue un encargo del arquitecto jubilado Martin Murray como regalo por el septuagésimo cumpleaños de su mujer, Lucy Miller Murray, fundadora de la promotora de conciertos de cámara Market Square Concerts.
En el libreto que acompaña el disco, Glass explica que entre sus «primeros recuerdos de disfrutar de la música están las muchas horas que pasé escuchando las grandes obras maestras de la música de cámara del siglo XIX con mi padre, Benjamin Glass […]. Entre sus favoritas estaban las sonatas para violín y piano de Brahms, Faure y la gran obra maestra de Franck».
Cuando Maria Bachmann le propuso escribir una obra para ella y Jon Klibonoff, aquellos lejanos recuerdos musicales le vinieron a Glass a la mente y durante su composición se reunió en numerosas ocasiones con María y Jon para escucharles tocar los nuevos movimientos y las revisiones a medida que se iban completando. Acerca de su obra Glass advierte que «aunque el lenguaje musical siga ampliándose con los tiempos, muchos elementos básicos de la estructura, la armonía y el ritmo tendrán un sonido algo familiar para el público de hoy». De hecho, aunque la Sonata para violín y piano lleva la conocida impronta de Glass de ritmos repetitivos y mecánicos, pero aplicados a su manera siempre única, también podemos recordar el arte de la repetición tal y como fue empleado por Bach, Schubert y Ravel, todos ellos representados en esta grabación en su influjo sobre la música de Philip Glass.
Si en el primer movimiento el violín es dominante –pero con una gran sutileza y una impresionante belleza cristalina en los momentos más tranquilos e íntimos–, en el segundo movimiento el piano es el que adquiere un mayor protagonismo, y ambos interactúan maravillosamente. Describir este movimiento es tan difícil como intentar decir algo a tu acompañante en un museo de arte sobre una pieza, en una sala silenciosa, lo que destrozaría la atmósfera, ya que cualquier cosa que se hubiera planeado decir sería innecesaria. El tercer movimiento es el más virtuoso y animado. Cada instrumento tiene momentos de exposición y los roles de solista/acompañante se difuminan aún más aquí, con una interacción maravillosa. La sensación es como si viéramos el primer movimiento desde un ángulo diferente o lo miráramos con otra iluminación, desde un ángulo diferente: muestra una vitalidad y un color muy diferentes a como lo veíamos antes. Algunas de las notas que se repiten son similares, pero es como si la música finalmente hubiera florecido, experimentado el crecimiento provocado por la lluvia y el sol y ahora se hubiera abierto completamente, terminando en un vertiginoso torrente de notas de ambos intérpretes.
Road Movies, la pieza de John Adams, está formada también por tres movimientos: Relaxed Groove, Meditative y 40% Swing. Se estrenó el 23 de octubre de 1995 en el Kennedy Center de Washington, con Robin Lorentz al violín y Vicky Ray al piano. La fecha es importante: Adams se estaba alejando a pasos agigantados del minimalismo más o menos canónico de sus inicios, y de las grandes masas de sonido (y de «los grandes muros de armonía triádica», según explica él en el libreto del disco) y entrando paulatinamente en la composición para el formato de cámara. Esta obra se compuso y estrenó, además, pocos meses antes de Hallelujah Junction, para dos pianos, una de sus piezas de madurez más celebradas. Sin embargo, sus giros rítmicos, esas figuras que se expanden y contraen con un aparente nerviosismo punzante son más que destacables, sobre todo, el segundo movimiento, Meditative, que es una absoluta obra maestra, compuesta en torno a un ligero ritmo de blues.
En el libreto, Adams explica muy bien cada uno de los movimientos de la pieza, comparándolo con las distintas carreteras recorridas en cada película: «El movimiento I es un paseo relajado por una carretera no desconocida. El material se recicla en una secuencia de rememoraciones que sugieren una forma de rondó. El movimiento II es una simple meditación de varios pequeños motivos. Una figura solitaria en un paisaje desértico vacío. El movimiento III es sólo para transitar caminos sólo aptos para todoterreno: una gran máquina de movimiento perpetuo llamada 40% Swing. En los modernos secuenciadores MIDI, la cantidad de swing deseada puede ajustarse con una precisión casi absurda. El 40% ofrece un recorrido vertiginoso y saltarín, situado en un punto intermedio entre un ragtime de Ives y un largo recorrido de la Orquesta Goodman, alrededor de 1939. Es muy difícil para el violín y el piano mantener a lo largo de los siete minutos el complicado estilo de manos cruzadas de la parte del piano».
Finalmente, la Sonata para violín y piano de Corigliano, compuesta entre 1962 y 1963, en plena época dominada por el serialismo integral, es en cambio, en su mayor parte, tal y como explica Corigliano en el libreto, una «obra tonal, aunque incorpora secciones no tonales y politonales, así como otras técnicas armónicas, rítmicas y constructivas del siglo XX». Es una obra, desde el punto de vista rítmico, «muy variada, en la métrica cambia en casi todos los compases, y son frecuentes los patrones rítmicos independientes en cada instrumento». Aunque está compuesta de cuatro movimientos –Allegro, Andante, Lento y nuevamente Allegro–, estos no son independientes entre sí, sino que actúan como una unidad y los temas de cada movimiento se entrelazan a lo largo de toda la sonata. La sonata fue la obra que proporcionó a su autor su primer reconocimiento público, al estrenarse el 10 de julio de 1964 en el Festival de los Dos Mundos de Spoleto y ganar el premio de música de cámara del certamen. Se trata de un auténtico tour de force para el violín, un ejercicio enérgico, exuberante y espléndidamente elaborado en estilo neoclásico, interpretado y grabado en numerosas ocasiones.