El compositor austriaco Horst Ebenhöh falleció el pasado 26 de diciembre.
El compositor vienés Horst Ebenhöh, una de las figuras más incomprendidas de la escena musical austriaca, se consideraba a sí mismo un «buscador de síntesis entre lo antiguo y lo nuevo» y, fiel a este lema, escribió más de 300 obras que abarcan prácticamente todos los géneros: desde obras vocales a óperas para gran orquesta, pasando por música de cámara y piezas sacras.
Nacido en Viena el 16 de mayo de 1930 se formó como pianista con Richard Hauser. Estilísticamente, Ebenhöh siempre se consideró autodidacta. En sus inicios se fijó en el posromanticismo, pero su disgusto con las limitaciones impuestas durante la época nacionalsocialista le llevó a interesarse por las técnicas compositivas más modernas. Sin embargo, también desconfió de los procedimientos dodecafónicos y seriales de la vanguardia y se esforzó por lograr una síntesis, en la que intervinieron, como gran influencia, sus viajes por Oriente. Se alejó de la tonalidad tradicional y comenzó a moverse fuera «del corsé de nuestros hábitos rítmicos y armónicos».
El resultado fue una música que no tomaba ni el camino del conservadurismo ni el de la vanguardia, sino que optaba por una tercera vía, al adoptar un enfoque estético diferente desde la base. Sus piezas tienen ingredientes disonantes siendo también tonalmente atractivas. Lo tonal, lo atonal y lo aleatorio entran en una conexión altamente personal, con motivos cortos y rítmicos que se enganchan al oído.
Ebenhöh compuso también cinco óperas: Virata, con texto de Stefan Zweig; Pompeji, de Ödön von Hováth; Sultan zu verkaufen, de Tawfik el-Hakim; Herkules, de Friedrich Dürrenmatt (aunque el autor, después de darle el permiso para realizar la ópera basada en su obra teatral Hércules y los establos de Augias, se lo retiró antes de que llegara a estrenarse) y Die Pfaffenberger Nacht, de Eduard Kranner, una ópera de cámara tan eficaz que el público ni siquiera se sintió afectado por la disonancia de la música.
Entre sus restantes obras destaca Kolloquium für Posaune, Schlagzeug und Orchester, op. 42/2ª (concierto para doble percusión y orquesta). Incansable, compuso hasta el final. El 26 de diciembre fallecía a los 92 años mientras trabajaba en una nueva obra.