Mañana sábado se estrena en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles la ópera de inspiración minimalista «Stranger Love», de David Mattingly.
El compositor estadounidense Dylan Mattingly (Oakland, California, 1991) nunca se planteó batir un récord cuando hace casi doce años se embarcó, junto con su amigo (y anteriormente profesor suyo en la universidad privada Bard College, en Nueva York, en donde Mattingly también tuvo como profesores y mentores a músicos como John Adams y David Lang), el ensayista y escritor Thomas Bartscherer, en la creación de una ópera. Puede, incluso, que la idea naciera de Bartscherer, después de presenciar un concierto de Contemporaneous, la orquesta de cámara que Mattingly había fundado durante sus estudios en Bard. En cualquier caso, mañana sábado, a las 16:00, hora de la Costa Oeste estadounidense, tendrá lugar en el Wald Disney Concert Hall de Los Ángeles el estreno de Stranger Love, la ópera con música de Mattingly y libreto de Bartscherer, en la que han estado trabajando desde 2011 y de la que ya se han ido interpretando fragmentos de la obra en concierto. Pero el sábado (y como única representación) se ofrecerá completa, con sus cinco horas y media de duración (más un intermedio de una hora, que se especifica “para cenar»).
La obra, encargo de la Filarmónica de Los Ángeles, pero que será interpretada por Contemporaneous, es fruto, como se lee en la web de la orquesta, «de una conversación de muchos años entre Mattingly y el libretista Thomas Bartscherer sobre música y lenguaje. Sigue a dos amantes cuyo romance se desarrolla al ritmo de las estaciones. Inspirada en parte en la estructura de El banquete de Platón y ambientada en una vasta escala temporal que contrasta con el universo en constante expansión, amplía su alcance y su marco a lo largo de tres actos, pasando de lo personal a lo arquetípico y a una visión de lo divino: el amor supremo».
Mattingly admite que esta ópera, con sus más de seis horas y media de duración, no es una idea sensata. «Pero en una época en la que todo en nuestras vidas es cada vez más breve –explica–, dedicar seis horas a descubrir “un mundo en el que el tiempo se pliega al amor como la gravedad, y los momentos de dicha, de miedo y de éxtasis (los momentos en los que te has sentido más vivo) son los pilares que sostienen el tejido de las estrellas” es todo un acierto. ¿No es práctico? Tal vez. Pero en este mundo moderno, podría ser esencial».
En el periódico The New York Times, y basándose en los fragmentos ya conocidos de Stranger Love –y que se pueden escuchar en la web de Dylan Mattingly–, se ha comparado esta ópera con otras dos largas composiciones que mantienen durante muchas horas un tono de éxtasis meditativo, Einstein on the Beach, de Philip Glass y Robert Wilson, y San Francisco de Asís, de Olivier Messiaen, aunque su musicalidad se acerca mucho más al primer minimalismo de Glass, presente en las vastas extensiones de armonías cambiantes y ritmos repetitivos de la partitura, y al mundo sonoro, engañosamente simple, de Atlas, de Meredith Monk, que, como se afirma en el citado artículo periodístico, Mattingly escuchó todas las noches (literalmente) durante un año antes de empezar Stranger Love.