El Cuarteto Molinari publica el segundo volumen de la integral de «Cuartetos de cuerda» de Philip Glass.
Hace año y medio comentábamos en esta misma web el lanzamiento del primer volumen de los Cuartetos de cuerda de Philip Glass a cargo del Cuarteto Molinari, que incluía los números 1, 2 , 3 y 4, y se anunciaba una segunda grabación, que incluiría sus cuartetos 5, 6, 7 y 8. Bien… hoy acaba de lanzarse en formato digital la nueva grabación, pero no se incluyen el Cuarteto de cuerda nº 8 y el Cuarteto de cuerda nº 9 «King Lear», pero el sello canadiense ATMA Classique ya ha anunciado en su web que el año que viene se grabará un tercer volumen que se grabará el próximo año y los cuartetos completos se publicarán finalmente en forma de caja de cedés.
El Cuarteto de cuerda nº 5 de Glass data de 1991 y fue un encargo del matrimonio de científicos estadounidenses moleculares formado por David y Evelyne Lennette para el Kronos Quartet. En el momento de su estreno fue considerado como el más tradicional de los compuestos por Glass, ya que empleaba estructuras formales y contrastes expresivos y una sensación de crecimiento orgánico que van mucho más allá del minimalismo, aunque mantiene el inconfundible estilo personal de Glass. El propio compositor explicó que antes de componer la obra pensaba que «había superado realmente la necesidad de escribir un cuarteto de cuerda serio y que podía escribir un cuarteto que tratara sobre la musicalidad, que en cierto modo es el tema más serio». Su música es insistente y, al mismo tiempo, según los momentos, luminosa y oscura: un ejercicio de contrastes muy logrado, que sigue siendo considerado por los expertos como el más grandioso de los compuestos por Glass.
Para la composición de su siguiente cuarteto, el número 6, debieron pasar doce años. Y fue también el Kronos Quartet el encargado de su estreno, en octubre de 2013 en el Chan Shun Concert Hall de la ciudad canadiense de Vancouver. En su momento, Glass dijo que «en la música contemporánea, los cuartetos nº 6 han adquirido un significado especial, al igual que las sinfonías nº 5 y nº 9 en la historia de la música sinfónica. El número seis, aplicado a un cuarteto, suele llamar la atención del compositor. Sin embargo, en mi caso evité la cuestión dos veces. Con cerca de media hora de música, es una obra de longitud significativa. El lenguaje musical en sí sigue siendo firmemente “postminimalista”, como casi todo desde 1976. También sigue siendo firmemente tonal, utilizando secuencias panarmónicas y poliarmónicas en un entorno rítmico que, a su vez, se basa en un sistema binario de dos y tres. Esto permite una música armónica/rítmica unificada en la que el material melódico resultante, aunque básicamente ambivalente, puede escucharse fácilmente como tonos armónicos y enarmónicos. Todo ello en una obra de tres movimientos en la que las partes, aunque estructuralmente separadas, fluyen unas dentro de otras, como los movimientos de mi Cuarteto de cuerda nº 5. La propia escritura para cuerda ha adquirido una textura más densa y gruesa, que a veces suena a música de quinteto o sexteto. Esto se debe a la gran cantidad de obras para cuerda que he escrito (dos conciertos para violín, dos conciertos para violonchelo, una sinfonía para cuerda (la nº 3), así como numerosas obras para instrumentos de cuerda solos y en conjunto) y que me han familiarizado con todo tipo de técnicas de arco e interpretación, conocidas y practicadas por los mejores intérpretes. Comprender y cultivar la aptitud para la escritura para cuerda es una empresa profunda y, aparentemente, interminable».
Dispuesto esta vez en tres movimientos, en vez de cinco, como el anterior, el Cuarteto de cuerda nº 6 se inspira en Spuren der Verirrten (The Lost), la ópera multimedia que compuso para la Ópera de Linz apenas unos meses antes. Texturalmente denso, lleno de contrastes abruptos y armonías tensas, el primer movimiento se desarrolla en una serie de acordes disonantes que recuerdan al momento Es muß sein del final del Cuarteto de cuerda nº 16 en fa mayor, op 135 de Beethoven. Pero el conjunto del cuarteto recuerda más a Schönberg, mezclando momentos tonales con disonancias.
Tan sólo un año después Glass compuso su Cuarteto de cuerda nº 7, estrenado, una vez más, por Kronos Quartet enjulio de 2014, en el Colours International Dance Festival de Amsterdam como música del ballet Spiritwalking del Nederlands Dans Theater, coreografiado por la cordobesa Sol León –Premio Nacional de Danza en 2021 en la modalidad de Creación y ganadora en 2005 del prestigioso Benois de la Danse, por su pieza Signing Off– y el británico Paul Lightfoot.
El Cuarteto de cuerda nº 7 es, en muchos aspectos, la obra más interesante de las tres composiciones. A diferencia de otros cuartetos de Glass, el séptimo se desarrolla en un único movimiento de casi dieciocho minutos, en el que se exploran tanto los elementos simples/complejos como los más introvertidos/extrovertidos del carácter musical del compositor. Es una obra que reclama ser escuchada con mucha atención.