La periodista estadounidense y productora musical y radiofónica Brooke Wentz publica un libro con sus entrevistas a músicos y compositores de los ochenta.
La extensa trayectoria profesional de Brooke Wentz abarca varios frentes, siempre en el ámbito de la música. En 2015 fundó Seven Seas Music, empresa de licencias musicales que representa en Estados Unidos a artistas internacionales, además de ayudar a distintos de medios de comunicación –Netflix, HBO, Disney, Amazon Prime, NBC, CBS o ESPN, entre otros– a abastecerse de sonidos culturalmente diversos, que suenan en series estadounidenses de televisión como Ted Lasso, What We Do in the Shadows, Vice Investigates, NCIS, Snowfall, XO Kitty, Outer Banks y muchas más. Experiencia para ello no le falta: en los noventa ya sirvió de enlace entre músicos franceses y estadounidenses bajo la dirección del ex ministro de Cultura francés Jack Lang y su ministro del Rock Bruno Lion. Pero antes, en 1980, había conseguido el trabajo de sus sueños: presentadora de Transfigured Night, el programa nocturno de radio en la WKCR-FM de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Así logró, a lo largo de diez años, entrevistar a docenas de pioneros de la vanguardia del free jazz, la no wave y la música electrónica antes de que se convirtieran en artistas de referencia y fama internacional.
Durante la pandemia, Wentz aprovechó para revisar su colección de viejas cintas de casete en las que conservaba muchas de las entrevistas realizadas en aquellos años; las mismas que se dedicó a transcribir y a editar y que ahora ha publicado Columbia University Press con el título de Transfigured New York: Interviews with Experimental Artists and Musicians, 1980-1990.
Entre las cuarenta entrevistas seleccionadas por Wentz figuran personajes capitales de la historia de la música del siglo XX como John Cage, La Monte Young, Philip Glass (el primer compositor al que entrevistó, el 5 de febrero de 1981, cuando Wentz apenas contaba 19 años), Steve Reich, Glenn Branca, Fred Frith, Laurie Anderson, Joan La Barbara, Astor Piazolla, Ravi Shankar o John Lurie. La selección de «esta pequeña selección de los cientos de entrevistas que realicé en estos años», responde, como explica la autora en la introducción, a que son las que «transmiten mejor el carácter, las luchas y el proceso creativo de cada artista» y siguen siendo «figuras a las que admiran, entre muchos otros no incluidos en este libro, muchos […] de los artistas actuales del pop, la música contemporánea y las músicas del mundo: Steve Reich por Jonny Greenwood de Radiohead; John Cage por Glenn Kotche de Wilco; Morton Subotnick por Daft Punk y Four Tet; Laurie Anderson por St. Vincent; y Joan La Barbara por Jóhann Jóhannsson».
El libro comienza con un prólogo escrito por Lee Ranaldo, de Sonic Youth, que asegura que «la escena neoyorquina de finales de los setenta y principios de los ochenta tenía tantos focos de actividad fascinantes que resulta difícil elegir sólo uno o dos […] Quizá lo más fascinante, lo más radical, en aquella época era la música que hacían Glenn Branca, Rhys Chatham y otros “minimalistas del rock” de ideas afines, una especie de polos opuestos y a la vez dobles de lo que ocurría con Steve Reich y Phil Glass […]: canalizaban, por un lado, la furia de tres acordes de los Who o los Ramones y, sin embargo, compositivamente llegaban a todo, desde [Anton] Bruckner a [Krzysztof ] Penderecki o [György] Ligeti».
La autora del libro cuenta también en la introducción que la emisora le permitía emitir «lo que quisiera a doce millones de almas en el área triestatal [se refiere a que la emisora se escuchaba en un área geográfica en la que limitan tres estados: Nueva York, Nueva Jersey y Pensilvania]: The Residents, Philip Glass, rock esotérico como Henry Cow, Krautrock como Can y Faust, y postpunks atonales como Raincoats. A veces metía un poco de Traffic y los Beatles para que las cosas fueran sorprendentes. Era una verdadera radio libre. Y yo lo consideraba un servicio público para promover la panoplia de música increíble que se interpretaba en la ciudad cada semana y que recibía poco apoyo fuera de emisoras como la nuestra».
Como recuerda Wentz, apenas tres meses después de arrancar «el programa aparecía en el Village Voice como uno de los mejores programas de radio independientes de la ciudad […]. En la emisora, los encuentros con músicos visitantes eran siempre intrigantes. Ver a Cecil Taylor, Sonny Sharrock, John Zorn, Diamanda Galás, Anton Fier y Don Cherry era habitual en la década de los ochenta. Una vez, una entrevista con el batería Andrew Cyrille tuvo que interrumpirse porque John Cage acababa de llegar. En otra ocasión, Ned Sublette tocó en directo en la calle, sonorizado en el estudio. Christian Marclay subió sus tocadiscos y pinchó en directo. Eric Bogosian recitaba monólogos. Podía pasar cualquier cosa».
Las entrevistas tienen una extensión variable, entre las seis y las diez páginas, y comienzan con una breve introducción sobre el personaje y las circunstancias en que tuvo lugar el encuentro. En la realizada a La Monte Young, el pope del minimalismo explica que la inspiración para sus obras conceptuales de principios de los sesenta se debió a la influencia de Cage: «Acababa de estar en Darmstadt (Alemania) en el verano de 1959 y había asistido al curso avanzado de Stockhausen, que me gustó mucho. Mientras estaba allí, escuché el Concierto para piano y orquesta de Cage interpretado por David Tutor. Antes de eso, además, había estado leyendo las conferencias de Cage. Esas primeras piezas son mi tributo a Cage, pero al mismo tiempo, son muy La Monte Young porque se centran en ese tipo de situaciones basadas en un acontecimiento particular». Acerca de los largos conciertos, de cuatro o cinco horas de duración, por los que La Monte Young era conocido en esa época, el compositor afirmaba que conseguía realizarlos gracias a que se mantenía «en muy buena forma física. La actuación es como una prueba atlética. Me entreno, me preparo. No bebo alcohol los días previos al concierto. Siempre he tenido una gran resistencia. Incluso en los años sesenta, cuando toca el saxofón sopranino, solía tocar mucho tiempo en concierto».
En la entrevista a Glass que, como ya se ha adelantado más arriba, fue la primera que realizó Wentz en el programa, se habla de uno de los aspectos más desconocidos de la obra del compositor de Baltimore: su labor como productor de un grupo de rock, Polyrock. Al respecto, Glass confiesa que le apetece más «ir a escuchar a un grupo de new wave como Polyrock o como Talking Heads que ir al Carnegie Hall a escuchar a la League of International Composers o lo que demonios sean» [se refiere a The League of Composers/International Society for Contemporary Music, de cuyo Consejo de Administración han formado parte prominentes compositores como Samuel Barber, Leonard Bernstein, Aaron Coplan, Henry Cowell, Paul Hindemith o Darius Milhaud; es decir la crème de la crème de la oficialidad de la música seria] y que la idea de producir a un grupo de música pop se la inspiró Brian Eno. En la conversación también surge alguna sorpresa, al enterarnos, por ejemplo, de que Moondog, el compositor ciego de nombre real Louis Thomas Hardin, vivió un año con Glass, en su casa, en 1970.
La conversación de Wentz con Steve Reich tuvo lugar tres años más tarde, el 17 de octubre de 1984, en el apartamento del compositor en la parte baja de Manhattan: «Alto y guapo, Reich habla muy rápido y es muy directo, excepto cuando habla de su antiguo colega, el también compositor minimalista Philip Glass. Evadió mis preguntas sobre su famosa pelea y por qué no se han vuelto a hablar desde entonces». De la conversación con Reich también descubrimos algo poco conocido: que es hijo de la cantante y escritora de canciones June Carroll (nacida June Sillman en 1917 y casada con Leonard Reich, el padre de Steve, en 1935), autora de la letra de la famosísima canción, popularizada por Debbie Reynolds, Love is A Simple Thing, o que en San Francisco trabajó también –como es bien sabido de Philip Glass, en Nueva York– como taxista, y que su primera composición tras graduarse en Mills College se tituló Livelihood, «que hice con sonidos que grabé en un taxi que conducía», antes de inventar la técnica de desfase de notas, tan característica de sus primeros años.
Indudablemente, como todo libro recopilatorio de entrevistas, no podemos exigir profundidad. Y en este caso menos, ya que se trata de transcripciones de entrevistas para formato radiofónico en las que la conversación no se centra tanto en el análisis, sino en la obra «del momento», ya sea United States Live, de Laurie Anderson; Rambler, de Bill Frisell, o la actuación que Kronos Quartet iba a realizar en el verano de 1984 en la ciudad alemana de Darmstadt, con los estrenos mundiales de Thirty Pieces for String Quartet, de John Cage o Cadenza on the Night Plain, de Terry Riley. Pero todas tienen el interés de ser antiguas, es decir, anteriores a la explosión definitiva de fama y/o prestigio de los entrevistados, con lo que nos evitamos muchos de los lugares comunes y sobreentendidos creados sobre cada uno de los personajes según sus respectivas trayectorias se iban consolidando. Para la mejor comprensión del momento crucial sobre el que gira el libro, esta es la lista completa de personajes entrevistados: Laurie Anderson, David Behrman, Kelvyn Bell, Eric Bogosian, Jean-Paul Bourelly, Glenn Branca, John Cage, Alvin Curran, Andrew Cyrille, Mario Davidovsky, Anthony Davis, David Diamond, Jacob Druckman, Lukas Foss, Bill Frisell, Fred Frith, Philip Glass, Peter Gordon y Arthur Russell, David Harrington (Kronos Quartet), Wayne Horvitz, Ronald Shannon Jackson, Bill T. Jones, Joan La Barbara, Living Colour, Otto Luening, John Lurie, Baaba Maal, Evan Parker, Andy Partridge (XTC), Astor Piazzolla, Steve Reich, Roger Reynolds, Ravi Shankar, Pril Smiley, Morton Subotnick, Margaret Leng Tan, Joan Tower, Vladimir Ussachevsky, La Monte Young y Michel Waisvisz.