Luis de Pablo: «Escucho estas obras con satisfacción. No quiero pecar de inmodesto».
Hoy tendrá lugar el estreno en el Teatro Real de El abrecartas, la sexta y última ópera compuesta por Luis de Pablo, que falleció el pasado 10 de octubre sin llegar a ver en escena la obra en la que trabajó entre 2010 y 2015. Sin haber podido entrevistar al compositor bilbaíno para que contara los pormenores de esta producción quiero rendirle homenaje subiendo a la red esta otra entrevista, publicada el 13 de mayo de 1989 en el periódico Ya, con motivo del lanzamiento discográfico de su álbum El Grupo Círculo interpreta a Luis de Pablo, un disco producido por el guitarrista y compositor gaditano Suso Saiz, alumno de De Pablo, y publicado por la compañía discográfica Grabaciones Accidentales… la misma que publicaba por entonces los discos de Duncan Dhu o Sonic Youth. Al leerla, téngase en cuenta la fecha en que se realizó la entrevista.
Con un concierto a cargo del Grupo Círculo, dirigido por el director titular de esta fabulosa agrupación de cámara, José Luis Temes, se presentó en directo el tercero de una colección de elepés representativos de la música española contemporánea. Primero fue Tomás Marco y posteriormente Cristóbal Halffter, siendo homenajeado en esta ocasión el gran compositor bilbaíno Luis de Pablo.
Considerado por la crítica especializada como el segundo compositor español más importante de este siglo, ligeramente detrás de Manuel de Falla, Luis de Pablo es, indiscutiblemente, el autor vivo que más relevancia ha alcanzado en el plano internacional. La oportunidad de este homenaje es, por lo tanto, justificadísima y apropiada, no sólo por el determinante peso específico de la figura del compositor en el panorama musical español, sino por la importancia real de las composiciones elegidas para formar parte de este disco, publicado por la compañía discográfica Grabaciones Accidentales S. A., con la colaboración de la Fundación Loewe.
Cronológicamente, el disco se abriría con Imaginario I, escrita en 1967, «un encargo de la clavecinista Antoinette Vischer. Es una obra muy simpática, casi un divertimento. Su peculiar forma abierta le da un carácter espontáneo». Su autor encuentra, además, una curiosa paradoja en la forma en que fue escrita en su momento: «El único músico que no tiene parte escrita (el percusionista, que maneja las tumbadoras) se erige en director de los demás, cuyos papeles están íntegramente escritos. De modo que los otros dos papeles de percusión y el clave –que tienen todas las notas predeterminadas– se ven condicionados en la distribución de su material sonoro por el único que improvisa. ¡Es fácil hacer un símil sociológico o filosófico!».
Diez años después se compondría Oculto, escrita «como si fueran dos obras superpuestas: unos pasajes más melódicos y rítmicos superpuestos a otros rigurosamente rítmicos e inflexibles. Dicho de otra manera: tras un tipo de música aparente, se encuentra otro que está “oculto” y que es completamente diferente. En la escucha atenta de la música se aprecian claramente estas dos texturas o, al menos, yo lo aprecio así».
Dibujos y Tornasol son dos piezas casi sucesivas. La primera, una reelaboración de otra obra para pianos de varios años antes, Affettuoso, está fechada en 1979, mientras que la segunda fue elaborada en 1980: «El IRCAM de París me invitó a escribir una composición en sus laboratorios. Yo opté por una obra con cinta pregrabada y un conjunto de ocho instrumentos en vivo. Ambos elementos deben fundirse completamente, de modo que lo que procede de la cinta y lo que tocan los instrumentistas en vivo sea una sola masa homogénea. Esos procesos fueron calculados con ordenador, de otra manera hubiera sido muy difícil ese juego de movimientos horizontales, ascendentes y descendentes, cada vez sobre saltos diferentes, etc. Evidentemente, de ese juego surge el título de Tornasol».
Preguntado acerca de la sensación que le produce escuchar sus propias obras veinte o treinta años después, Luis de Pablo afirma no renegar nunca del pasado. «En general, escucho estas obras con satisfacción. No quiero pecar de inmodesto, pero soy consciente de lo que supusieron en su momento como aportación a la música de aquellos años. Quizá, de lo que sí cabe lamentarse es de lo poco que estas y otras músicas valiosas de aquellos años se han logrado enraizar en la vida cultural española».