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Alejandro Pelayo: «El piano es mi diario musical»

La Fundación SGAE ha organizado Instrumentales, un pequeño ciclo dedicado a la música sin palabras que comenzó ayer con la actuación de tres guitarristas de estilos distintos, Serranito, David González y Manuel Seoane. Hoy viernes le toca el turno al compositor y pianista gallego Abe Rábade y su trío de jazz, presentando su disco más reciente, Once.

El ciclo se cierra mañana sábado con la intervención estelar de Alejandro Pelayo, conocido por ser el 50% de Marlango, que presenta su proyecto en solitario, La herida invisible, un álbum de piezas de piano. El músico santanderino, de formación clásica –ha estudiado composición y dirección de orquesta, además de haber pasado por la prestigiosa escuela Juilliard de Nueva York–, ha elaborado un disco… simplemente distinto a la órbita de la banda que comparte con Leonor Watling, más cercano a las resonancias del romanticismo (y el impresionismo) clásico que al universo jazzy de Marlango. «Esto es lo que hago habitualmente, lo que hago desde que me dedico a la composición, hace casi quince años –explica Pelayo–. Casi todos los fines de semana toco en directo. Mi punto de partida es el piano, y el piano es con lo que expreso mi necesidad de coleccionar momentos y apuntar, por ejemplo, que hoy [por el día en el que se hace la entrevista] es sábado y que estoy cansado del viaje de esta mañana, pero que, al mismo tiempo, el tiempo corre a mi favor, porque se está acercando el verano, una época deseada».

«Todo eso –prosigue explicando– cada cual tiene un lenguaje para expresarlo. Y el piano es mi diario musical, en el que hago esos apuntes que, con el tiempo y el azar, se terminan convirtiendo en diferentes cosas. En muchas ocasiones esas cosas, esos apuntes, se quedan ahí, en el piano. Pero algunas de esas piezas decidí «pasarlas a limpio» porque tenían un efecto sobre mi, un efecto sanador y calmante: me encontraba mejor después de tocarlas que antes, más ubicado y más sereno».

Hablando de ese efecto sanador que la música ejerce sobre él, Pelayo reconoce el influjo de músicos diversos. «A mi me pasa con Schumann, o Debussy, o Sigur Rós o Radiohead –cita–, pero no me había dado cuenta hasta ahora de que también me pasa también con mi propia música: a veces no eres consciente de que está pasando porque relacionas la música con la vanidad y el escenario. Necesitaba esa comunicación entre yo mismo y el instrumento. A mi me encanta correr y también hago yoga y meditación, pero la música resulta mucho más contundente que todo demás. Este disco ha sido, para mi, como meterse en el Ganges para los hindúes».

© Fotografía descargada de la web de Alejandro Pelayo.