El sello Dacapo publica una nueva versión de «Schnee», obra cumbre de Hans Abrahamsen.
Nacido en 1952 en Copenhague, Abrahamsen comenzó su carrera musical acercándose al grupo de jóvenes compositores que reaccionaba contra lo que consideraban la excesiva complejidad de la música serial y abogaban por la «Nueva simplicidad». Exploró el minimalismo y estudió durante un tiempo con György Ligeti y destacó pronto como uno de los jóvenes compositores europeos a tener en cuenta. Tras el éxito inicial llegó un largo silencio: entre 1990 y 1998 sólo completó una pieza corta en ocho años, pero volvió a componer con el Concierto para piano de 1999, en el que mostraba ya un mundo sonoro totalmente personal y original, y Schnee [nieve, en danés], de 2008, se considera no sólo una de sus cumbres, sino una de las más importantes de lo que llevamos de siglo XXI. La obra se estrenó el 25 de abril de 2008 en el festival Wittener Tage de la ciudad alemana de Witten, interpretado por el Ensemble Recherche, que fue la formación que registró la primera grabación discográfica de la extensa pieza de casi una hora de duración. Ahora, el prestigioso sello danés Dacapo ha publicado una nueva versión a cargo de la Orquesta de Cámara de Laponia dirigida por John Storgårds.
Según ha explicado en alguna ocasión el propio Abrahamsen, el origen de esta obra es un arreglo que realizó a principios de los años noventa de varios de los cánones de J. S. Bach, «con la intención de que la música se repitiera muchas, muchas veces, como una especie de música mínima. Obviamente, no sabía qué duraciones tenía Bach en mente, pero al escuchar sus cánones de esta manera, se me abrió un nuevo y profundo mundo móvil de tiempo circular».
El título hace referencia a esas sensaciones que se sienten mientras se escucha caer los copos de nieve: desde el silencio gélido y el suave crujido de los pasos sobre el manto blanco a la tormenta de nieve y la imposibilidad de avanzar contra el viento helado, envuelto en un mar blanco de copos arremolinados que parecen venir de todas partes. Como ha dicho el propio Abrahamsen: «En Schnee un momento se estira al máximo y puede hasta parecer que la música desaparece. Sólo queda un respiro».