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i dischi di angelica publica el homenaje de Terry Riley a su amigo Stefano Scodanibbio

Stefano Scodanibbio (Macerata, Italia; 1956–Cuernavaca, México; 2012) fue un contrabajista y compositor italiano fallecido en 2012. A lo largo de su trayectoria trabajó con varios compositores de las vanguardias del siglo XX, que lo consideraban un intérprete único del contrabajo, por lo que algunos de ellos le dedicaron obras o colaboraron directamente con él, como fue el caso de Giacinto Scelsi, Luigi Nono, John Cage, Iannis Xenakis o Terry Riley. 

En 1997, cuando Riley y Scodanibbio fueron invitados a participar en el AngelicA-festival internazionale di música de Bolonia, el compositor estadounidense recordaba como conoció al italiano: «Me invitaron a una galería de arte en Los Ángeles, para que escuchara un concierto para solo de contrabajo de Stefano. Llegué tarde y el concierto ya había comenzado; estuve deambulando por una serie de estancias de hormigón para llegar al espacio en el que el recital estaba teniendo lugar. En la distancia, podía oír sonidos de trompa, trombones, cuerdas y metales, todos juntos en un hermoso conjunto modal y pensé que Stefano debía estar tocando su contrabajo con un conjunto de cámara. Me quedé alucinado cuando entré por fin en la sala y descubrí que Stefano estaba completamente solo, tocando su contrabajo…».

Aquel año, Riley y Scodanibbio publicaron su primer álbum conjunto, Lazy Afternoon Among The Crocodiles, un disco que, no obstante, habían grabado un par de años atrás, y otros tres o cuatro años más tarde, registraron otro más, Diamond Fiddle Language, con dos de sus tres piezas grabadas en directo en San Sebastián y Lanzarote.

En 2013, un año después de la muerte de Scodanibbio, AngelicA invitó de nuevo a Riley a participar en un homenaje al compositor italiano fallecido de ELA. El espacio elegido para el recital fue la basílica de Santa Maria dei Servi, en donde Riley podría utilizar su famoso órgano de tubos Tamburini opus 544, construido en 1968 sobre la base de un diseño de Luigi Ferdinando Tagliavini, con un total de aproximadamente 5.000 tubos divididos en 60 registros. La pieza que interpretó se tituló Organum For Stefano, y consta de seis movimientos de unos 42 minutos de duración en total. Y esa grabación en directo, realizada el 7 de mayo de 2013, es la que ahora publica i dischi di angelica, el sello discográfico del festival, en el que se publican algunos de los momentos más destacados de sus treinta años de trayectoria, que se cumplen, precisamente, en 2022.

En aquel momento, en 2013, Riley confesaba en el programa de mano que Stefano Scodannibbio había sido «uno de mis más queridos amigos y colaboradores musicales. Hemos tocado como dúo en numerosos conciertos en Estados Unidos, México y Europa. Al final de cada concierto interpretábamos siempre una raga de la tradición de música sacra del norte de la India, una música profundamente conmovedora y meditativa. Cuando escuché a Stefano tocar el contrabajo por primera vez, fue como si estuviera escuchando a una enorme orquesta de cuerda, en perfecta armonía y acuerdo con la corriente universal del sonido… un océano de sonido que, creo, es la base de toda la vida. El eterno OM».

«Stefano destacó porque parecía ser capaz de dar al contrabajo la libertad de expresar su verdadera voz y naturaleza –continuaba explicando–. Al toque de sus dedos, el instrumento respondía con amor y emitía ondas de frecuencias puras. Stefano descubrió una esencia y un género musical para el que se creó el contrabajo. Su prematura muerte en enero de 2012 fue una gran pérdida, para mí, para sus muchos amigos y para los amantes de la música de todo el mundo. Era una persona amable, con un carácter extraordinario, enérgico, brillante, es decir, insustituible. Este concierto (una de mis escasas actuaciones con el órgano de tubos) es un homenaje a él, y mi intención es ensamblar espontáneamente un flujo caleidoscópico de ideas inspiradas en nuestra amistad».

Y ahora, nueve años después, el propio Riley añade, en las notas interiores de Organum For Stefano, que había llegado a Bolonia «sin ninguna idea de lo que iba a tocar, sólo pensando en hacer de ese concierto una reflexión sobre nuestra profunda asociación, amistad y aventuras musicales juntos. Me dieron unos días antes del concierto para ensayar y componer ideas en el antiguo órgano. Fueron momentos mágicos en los que también me impregné de las resonancias de la historia de la basílica y de su órgano mientras componía».

«Stefano y yo teníamos una larga historia de giras y conciertos juntos y una de las características de nuestros conciertos era siempre un arreglo de una raga vocal para bajo, voz y tamboura –prosigue–. Stefano, aunque no tenía formación en música clásica india, tenía un oído asombroso para elegir el tono y el ritmo adecuados para acompañar mis interpretaciones vocales tradicionales. Dos de los ragas favoritos de Stefano eran Malkauns y Bageshri, ragas nocturnos con sentimientos profundos que se adaptaban perfectamente a los profundos sonidos que emanaban de su bajo de cuerda. El concierto [de Bolonia] fue completamente improvisado, introduciendo las melodías de los ragas Malkauns y Bageshri, tanto vocalmente como en los pasajes de órgano armonizados de forma intuitiva. La última sección es una improvisación sobre los pasajes de mi composición Simply M…, una pieza que toqué frecuentemente para Stefano».

Hay que señalar que el resultado de aquel concierto es muy destacable: se trata de la única grabación oficial de Riley al órgano de tubos y es una obra que abarca desde fragmentos de corte minimalista hasta, como él mismo explica, música india, pasando por grandiosas construcciones arquitectónicas bachianas e incluso ecos progresivos, en un flujo caleidoscópico de ideas que, tanto de forma espontánea como con una gran claridad de intenciones, recorre momentos de actualidad y reminiscencias de las respectivas identidades musicales y experiencias compartidas por los dos músicos.