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La Dia Art Foundation publica por primera vez el «Trio for Strings» de La Monte Young.

El año pasado, la institución cultural estadounidense sin ánimo de lucro Dia Art Foundation publicó por primera vez la piedra angular sobre la que se ha edificado todo el movimiento musical conocido como minimalismo. Se trata de Trio for Strings, de La Monte Young, una pieza que compuso durante el verano de 1958, nada más graduarse en UCLA, en la época en la que Young estaba obsesionado con Webern, con la música medieval y con la no-occidental, y con esos sonidos de drone que le habían impresionado en su infancia: el viento, los transformadores, los tornos, las vías férreas. Todas esas músicas tenían como elemento común la inmovilidad y la sensación de flotar ajenas al paso del tiempo.

Trio for Strings es la primera obra de madurez de Young, pero se ha convertido, además, en un hito para la historia de la música del siglo XX, al convertirse, por así decirlo, en la fuente original del minimalismo musical estadounidense. Cuando Young dio comienzo a sus estudios de postgrado en la Universidad de California en Berkeley, en otoño de 1958, el Trio for Strings estaba ya terminado.

¿Qué es lo que hacía tan especial y rompedora a esta pieza? Que, sencillamente, nunca antes en la historia de la música occidental se había compuesto una obra musical completamente en base a tonos largos sostenidos. Aunque el Trio for Strings es una obra serial estricta, descarta por completo la melodía y el pulso rítmico, centrándose en cambio en acordes silenciosos e inmóviles que detienen completamente el paso del tiempo. Y cada uno de estos acordes está separado por un silencio igual de prolongado, que solo sirve para realzar la impresión de estasis absoluta. El comienzo del Trio for Strings, por ejemplo, consiste tan solo de tres tonos, uno por cada instrumento de cuerda, pero lleva más de cinco minutos que ese único acorde se acumule y se desvanezca.

Aparte de posibles influencias intelectuales y sonoras, el Trio… surge de la mente de un estudiante irreverente e iconoclasta que aún no se había terminado de graduar. Ni el propio Young es capaz de explicarlo. «Es difícil decir cómo empecé a componer por primera vez tonos largos sostenidos, salvo que sentí realmente la necesidad de hacer eso», dijo en alguna ocasión.

Young presentó el Trio… como sus «primeros deberes» para las clases de composición en Berkeley de Seymour Shifrin, que, pese a ser admirador de Schönberg, no era dogmatico y tenía una apertura de mente que iba, incluso, mucho más lejos. Sin embargo, Shifrin se sintió desconcertado y le dijo a Young que si seguía componiendo ese tipo de música, no lograría graduarse. «Él pensaba que una pieza debía dirigirse a algún lugar –recordaba Young– y, literalmente, me dijo: “estás componiendo como un hombre de 84 años; deberías componer una pieza que tenga compases, que tenga momentos de clímax, que vaya a algún sitio”».

El Trio…, sin embargo, no se dirigía a ningún lado. Shifrin, aunque convencido del talento de Young, tenía la sensación de que su alumno podría no haber tenido realmente la intención de escribir las notas que había puesto sobre el pentagrama y para demostrarle que lo que había escrito era un error, Shifrin organizó una interpretación del Trio for Strings, con alumnos, en su casa. Pensaba que dándole la posibilidad de poder escuchar lo que consideraba una «monstruosidad», podría hacer que Young abandonara el «camino equivocado».

Presentes en el «estreno» estaban los otros alumnos de la clase de composición de Shifrin, entre los que se encontraban David Del Tredici y Pauline Oliveros. Young recuerda que ellos reaccionaron con «respetuoso desconcierto». La interpretación pronto alcanzó categoría de leyenda por todo Berkeley y Young recuerda que «casi todos pensaban que estaba haciendo locuras».

La partitura original del Trio… dura casi una hora, pero su primera versión tardó varias horas en interpretarse, y la ahora publicada por Dia Art Foundation, en formato de caja con cuatro elepés de vinilo, dura 182 minutos, registrados en directo durante una serie de conciertos llevada a cabo en 2015 en Dia Chelsea –el espacio que la Dia Art Foundation tiene abierto en la calle 22 Oeste de Nueva York–, e interpretada por The Theatre of Eternal Music String Ensemble, dirigido por Charles Curtis y contaba para esas actuaciones con el propio Curtis (al violonchelo), Reynard Rott (segundo violonchelo), Erik Carlson (violín y viola) y Christopher Otto (violín y viola). El diseño de la caja es obra de la artista y música surcoreana Jung Hee Choi, discípula de Young y Zazeela, y la caligrafía de la portada es de la propia Zazeela. La caja incluye, además, un libreto de información de 32 páginas, con ensayos escritos por Young, Zazeela y Choi.

La obra de Young no se encuentra fácilmente. El compositor suele mostrarse reacio a «concluir» sus obras discográficamente, salvo contadas excepciones, y esta obra no es una excepción: la ha ido reelaborando continuamente a lo largo de los años: la caja, en su portada, indica las fechas de composición como «1958-1984-1998-2001-2005-2015»: 57 años de gestación. Sin embargo, en un artículo publicado por el musicólogo estadounidense William Robin en The New York Times en 2015, con motivo de los conciertos en que se grabó este álbum, Young sí le dijo a Robin que esta versión, con una nueva afinación y duración «es la forma en que realmente debería haber sido, y puede ser, y será».

Esta versión definitiva cuenta con dos violonchelistas y dos violinistas-violistas, para evitar la necesidad de mantener las dobles cuerdas afinadas durante tramos poco prácticos. Agotada temporalmente, la caja vuelve a estar disponible y se puede solicitar por correo electrónico en books@diaart.org.

© Diseño de portada de Jung Hee Choi, con caligrafía a cargo de Marian Zazeela.