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Hoy se celebra el septuagésimo aniversario del estreno en Woodstock de «4’33″», probablemente la pieza más conocida del compositor estadounidense John Cage.

Hoy se cumplen setenta años del estreno de 4’33”, una de las obras fundamentales de la filosofía musical de John Cage. Se trata de una pieza musical «silenciosa» en tres movimientos en la que no se toca ni una sola nota durante toda la composición. De contenido profundamente conceptual, puede considerarse la primera y más paradigmática obra musical minimalista, razón por la que su partitura figura como portada de esta página web.

Su estreno, a cargo del reconocido pianista David Tudor, tuvo lugar el 29 de agosto de 1952 a las 20:15 horas en el Maverick Concert Hall de la ciudad de Woodstock, en el estado de Nueva York. La pieza se interpretó en el marco de un recital de música contemporánea para piano a beneficio de la Benefit Artist Welfare Fund y figuró en el programa de un concierto junto con obras de Pierre Boulez, Earle Brown, Henry Cowell, Morton Feldman y Christian Wolff, y provocó un escándalo considerable, ya que el público no era consciente de que no se iba a escuchar nada de música cuando se interpretara esta composición. El público vio a Tudor sentarse al piano y, para marcar el comienzo de la pieza, cerrar la tapa del teclado. Algún tiempo después lo abrió brevemente, para marcar el final del primer movimiento. Este proceso se repitió para los movimientos segundo y tercero. La pieza había transcurrido sin que se tocara una nota y sin que Tudor (ni nadie más) emitiera deliberadamente ningún sonido como parte de la pieza. Tudor iba cronometrando los tres movimientos mientras pasaba las páginas de la partitura. En el libro de William Fetterman John Cage’s Theatre Pieces: Notations and Performances, publicado por Harwood Academic Publishers en 1996 (el año, precisamente, del fallecimiento de Tudor), el pianista explicó que había utilizado «¡un pedal diferente en cada movimiento! La idea de cerrar la tapa del teclado fue de John: “La bajas y pones en marcha el cronómetro, y luego lo abres y paras el reloj, así que nunca será igual. No van a ser cuatro minutos y treinta y tres segundos, va a ser mucho más tiempo”».

En una conversación en 1968 con John Kobler Cage reconoció que «ellos [el público] no entendieron nada. El silencio no existe. Lo que creían que era silencio [en 4′33»], porque no sabían escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales. Se podía oír el viento agitándose en el exterior durante el primer movimiento. Durante el segundo, las gotas de lluvia empezaron a golpear el techo y durante el tercero la propia gente hizo todo tipo de sonidos interesantes mientras hablaban o se marchaban».

El crítico de arte Calvin Tomkins, en su libro de 1976 The Scene: Reports on Post-Modern Art, publicado por Viking Press, escribió que «El público de Woodstock consideró la pieza una broma o una afrenta, y ésta ha sido, desde entonces, la reacción general de la mayoría de las personas que la han escuchado o han oído hablar de ella. Algunos oyentes nunca fueron conscientes de que lo estaban escuchando». El profesor y músico experimental irlandés Paul Hegarty –autor en 2007 del libro Noise/Music. A History, publicado por Continuum International Publishing Group– afirma que 4′33 representa el inicio mismo de la música ruidista, ya que esta composición es una música creada por sonidos aleatorios, que representa perfectamente la tensión entre los sonidos «deseados» (notas correctamente tocadas) y los «no deseados». Por su parte, el musicólogo estadounidense Richard Taruskin, fallecido el pasado 1 de julio, sugirió que 4′33desafía radicalmente las normas sociales de la experiencia moderna de ir a un concierto, al revelar una serie de puntos importantes al desprevenido asistente al concierto:

  • La elección de un lugar de concierto prestigioso junto con la notoriedad del compositor y de los intérpretes eleva automáticamente las expectativas del público ante una obra. Como resultado, los oyentes están más atentos y prestarán la misma (o incluso más) atención a la 4′33de Cage que si fuera la Novena sinfonía de Beethoven. Así, la recepción de la obra ya está determinada por las circunstancias sociales del concierto antes de que se ejecute. Además, el comportamiento del público también está limitado por las convenciones y el código de conducta del lugar de concierto concreto; los oyentes se sentarán en silencio y escucharán el ruido ambiente durante 4′33″. Por lo tanto, no sería fácil conseguir que un grupo numeroso de personas escuchara el ruido ambiental durante casi cinco minutos, a no ser que se vieran obligadas a hacerlo por las regularidades del entorno habitual del concierto.
  • Según Cage, la duración es una característica esencial del diseño de toda la música, pero al mismo tiempo, la duración es el único parámetro que comparten por igual el «silencio» y el «sonido». En consecuencia, la estructura subyacente de toda pieza musical está formada por «ventanas de tiempo» organizadas. Estas pueden estar llenas de sonidos, silencio o ruidos; ninguno de estos elementos es absolutamente necesario para la integridad. En el espíritu de su maestro Schönberg, Cage consiguió así emancipar el silencio y el ruido y convertirlos en una parte aceptada y quizás incluso integral de su música. 4′33 sirve como representación radical y extrema de este concepto; a saber, preguntarse ¿qué impediría al compositor llenarlas con sonidos no deseados?
  • Otro aspecto es el hecho de que una obra musical no sólo se define por su contenido, sino también por el comportamiento que suscita en su público. En el caso de La consagración de la primavera de Stravinski, sería el descontento generalizado que llegó a provocar violentos disturbios. En el caso de 4′33 de Cage, el público se habría sentido engañado al no tener que escuchar los sonidos compuestos por el intérprete. Sin embargo, en 4′33 el público habría aportado él mismo la mayor parte del material musical de la pieza. Dado que la obra se compone enteramente de sonidos ambientales, el comportamiento del público, sus susurros y movimientos, son elementos esenciales para llenar las franjas de tiempo mencionadas.