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María de Alvear ha publicado, a través de su sello World Edition, su obra “Magna Mater», en el décimo aniversario del estreno.

El 27 de marzo de 2013, dentro de la programación de la quincuagésima segunda edición de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, la compositora hispano-alemana María de Alvear (Madrid, 1960) estrenó una de sus obras más ambiciosas, Magna Mater. Diez años después, Alvear ha publicado, a través de su sello discográfico World Edition la versión que se grabó el 25 de junio de 2014 en la iglesia de San Pedro de la ciudad de Colonia, donde tuvo lugar el estreno alemán de la composición, que contó con la intervención del Ensemble MusikFabrik –dirigido por el asturiano Nacho de Paz– y los coros Ars Choralis Coeln –dirigido por la alemana Maria Jonas– y el Coro de Niñas de la catedral de Colonia –dirigido por Oliver Sperling–, con el papel principal a cargo del barítono Nicholas Isherwood.

Magna Mater fue un encargo de la Semana de Música Religiosa de Cuenca y tiene un carácter simbólico para la compositora, pues está dedicado a su padre, el arquitecto Jaime de Alvear y a su pasión por los libros. En la época en que se compuso la obra, de unos 47 minutos de duración, Alvear estaba muy interesada en en hallazgos paleoantropológicos y paleolingüísticos, y así la compositora empleó varios idiomas para los textos de Magna Mater: alemán, español, inglés y latín, así como un lenguaje de intencionalidad primitiva, inventado por Alvear, llamado moadou, que le servía para expresar ese camino que va del simio al humano, con el fin de sondear la frontera entre los sonidos animales, el lenguaje, el canto y la música durante la prehistoria, desde el Homo Heidelbergensis (hace quinientos mil años) hasta el Homo Sapiens (hace cincuenta mil años).

Las distintas prácticas vocales están, así, enfrentadas, desde el canto puro, sin vibrato, de Ars Choralis Coeln (especializado en canto gregoriano); el intenso y dominador canto del barítono franco-estadounidense Nicholas Isherwood (especializado en música contemporánea y barroca, entre cuyos papeles más destacados figuran el de Lucifer en los estrenos mundiales de Montag, Dienstag y Freitag aus Licht de Stockhausen en La Scala y la Ópera de Leipzig, y en Donnerstag aus Licht en el Covent Garden de Londres) y el resplandor rico en sobretonos del coro de niñas de la catedral de Colonia.

Las distintas formaciones vocales simbolizan principios arquetípicos, en afinación pura o temperada, especialmente por el contrapunto que se genera entre las voces infantiles y las del conjunto profesional Ars Choralis Coeln, mientras que, musicalmente, la obra oscila armónicamente entre diferentes escalas y afinaciones, y pasa sin solución de continuidad del espectralismo al minimalismo o, incluso, al saturacionismo (la musique saturée francesa) de principios de este siglo, creando una obra de una impresionante intensidad telúrica, en la que parece que nos encontremos en medio de una especie de ritual inmersivo como vía de iluminación espiritual.