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«Violet», la primera ópera de Tom Coult, abre el viernes la 73ª edición del Festival de Aldeburgh.

El 3 de junio da comienzo la esperadísima septuagésimo tercera edición del Festival de Aldeburgh, cancelada en 2020 y 2021 por la pandemia de covid. El festival, que fue fundado en 1948 por el compositor Benjamin Britten, el cantante Peter Pears y el libretista Eric Crozier, estrenará, por fin, Violet, la primera ópera del compositor inglés Tom Coult (Londres, 1988), que debía haberse estrenado el año pasado y fue cancelada al mantenerse las restricciones provocadas por la pandemia. El tiempo no se ha detenido en los dos últimos años, pero sí se ha alterado nuestra percepción de sus ritmos regulares. Curiosamente, la «desaparición» del tiempo es un elemento clave en la ópera de Tom Coult sobre libreto de Alice Birch, con la que se inaugura el Festival.

Violet trata de un pueblo conservador y patriarcal en el que el tiempo se va evaporando, literalmente. Al principio falta una hora del día, al día siguiente faltan dos, luego tres y así sucesivamente hasta que, después de 24 días, la trama se detiene en un agujero negro temporal donde todo deja de existir. Violet se representará el viernes 3 y el domingo 5 de junio en el complejo artístico Snape Maltings de Aldeburgh. De ahí saltará, el 23 de junio, al Hackney Empire de Londres, uno de los espacios de la Royal Opera House.

En declaraciones al periódico Financial Times, Coult admite que su ópera puede verse como una alegoría de la sociedad moderna: «Hay algo brutal e inflexible en la naturaleza del mecanismo de relojería y en un mundo en el que todo el mundo se apresura a hacer cosas, la idea de perder horas del día es un terror exclusivamente moderno» y describe su partitura como un descenso gradual hacia el caos: «Hacia el final, cuando el mundo de la ópera empieza a desintegrarse, la propia música empieza a cuajar. Empiezan a caer trozos. La afinación se vuelve más extraña y, en general, todo está desecado y deshilachado». Coult describe musicalmente su ópera como «bastante ecléctica», combinando elementos de tonalidad, atonalidad y microtonalidad.

Coult llegó a la música de modo accidental, literalmente. A los cinco años se electrocutó al meter los dedos en una lámpara, por lo que sus padres le apuntaron a clases de violín y piano para ayudarle a recuperar la movilidad de la mano. Practicar los instrumentos no le encantaba, pero tras cambiar a la guitarra en su adolescencia se decidió a estudiar música en la Universidad de Manchester y ahí sí se entusiasmó con la música clásica contemporánea y descubrió su talento para la composición. De hecho, el año pasado fue reconocido por la orquesta Filarmónica de la BBC como «Compositor asociado».

© Fotografía descargada de la web de Tom Coult.