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El pianista gallego Fabio Álvarez actúa en el Instituto Internacional de Madrid presentando «Mad Rush», su álbum con música de Philip Glass.

El pianista gallego Fabio Álvarez (Orense, 1988) actúa mañana viernes, a las 20:00, en el Instituto Internacional de Madrid (Miguel Ángel, 8), el centro cultural estadounidense fundado en Madrid en 1903, dentro de un ciclo de actividades, fundamentalmente conferencias, que tienen como objetivo dar a conocer el movimiento musical minimalista, dado que el 17 de abril tendrá lugar en el Teatro Real de Madrid el estreno en España de Nixon in China, la ópera minimalista de John Adams.

Álvarez se formó en Musikene, el Conservatorio Superior de Música del País Vasco, y se especializó en repertorio contemporáneo antes de viajar a Nueva York y seguir formándose en la Manhattan School of Music, obteniendo la máxima calificación como Master of Music bajo la tutela del reconocido pianista y pedagogo Philip Kawin. Su estancia en Nueva York se terminó prolongando hasta seis años y medio, tiempo en el que llegó a trabajar personalmente con George Crumb, con quien preparó en 2018 su primer proyecto discográfico, Musical Zodiac: Makrokosmos I & II. A finales de 2022 publicó en el sello IBS Classical su segundo álbum, Mad Rush, este dedicado íntegramente a la interpretación de piezas de Philip Glass.

Imagino que el concierto que vas a ofrecer mañana viernes en el Instituto Internacional es la interpretación de tu disco Mad Rush.

Sí, así va a ser. Al completo

¿Por qué elegiste las piezas en concreto que figuran en el disco?

Mad Rush, que es la que da título tanto al programa del viernes como al disco, representa para mí una descripción casi literal de lo que es Nueva York. Es decir, es una pieza de extremos, de partes lentas y partes rápidas, fuertes. Y Nueva York es una ciudad de extremos totales, en la que te encuentras desde los lugares más bonitos hasta la basura tirada por la acera, el lujo máximo y gente tirada por las calles. Esa energía, la muy famosa energía de Nueva York, está reflejada, para mí, en esta pieza. Luego están cuatro de los veinte estudios para piano de Philip Glass. Hice una selección con los que más afinidad me producen, también alternando lento y rápido, lento y rápido, y elegí el Étude No. 2, el 6, el 5 y el 9, para alternar cosas y dar un poco de forma al conjunto. Luego está Wichita Vortex Sutra, que está basado en un poema antibelicista de Allen Ginsberg de 1966 que, desgraciadamente, vuelve a estar de plena actualidad por la guerra de Ucrania, y que Ginsberg escribió contra la guerra de Vietnam.

Finalmente está la Trilogy Sonata, que son tres movimientos y cada movimiento pertenece a una de las óperas “retrato” de Glass, Einstein on the Beach, Satyagraha y Akhnaten, siendo Einstein el primer retrato, Mahatma Ghandi el segundo y el faraón Akenatón el tercero. Con esa selección yo quería también hacer una especie de retrato de Glass, para quien lo le conozca se pueda hacer con este disco una idea de quien es Glass. Obviamente falta muchísimo material de cuartetos y de muchas otras cosas, pero creo que se pueden escuchar varias facetas diferentes del compositor, tanto de sus óperas y de los estudios que compuso para sí mismo, para mejorar como pianista.

Al final del disco hice una pequeña transcripción para piano y narrador de una de las “rodillas” de Einstein on the Beach, en la soy yo también el narrador de ese fragmento de texto en el que se narra una historia sobre dos amantes que están en un banco bajo la luz de la luna… Porque entre las cosas que me ha dado Nueva York fue también a mi mujer. Fue allí donde la conocí, aunque estemos viviendo ahora juntos en Madrid. Cuando escuché esa pieza me recordaba un poco mi historia y me pareció muy interesante poder hacer con esa pieza lo mismo que se ha hecho en muchas ocasiones con Wichita Vortex Sutra, que se ha interpretado muchas veces mientras se declama el poema al mismo tiempo.

Igual que pudiste hacer con George Crumb, que falleció el año pasado, pero con quien trabajaste antes de grabar el disco sobre su obra, ¿has podido trabajar en Mad Rush con Glass?

No. Lo he intentado por todos los medios humanos pero, a día de hoy, es un compositor que, aunque es muy mayor, sigue muy, muy ocupado, con un montón de proyectos al mismo tiempo y su música se está tocando muchísimo en todas partes… y somos muchos intérpretes los que intentamos llegar a él y no ha sido posible, aunque obviamente me fascinaría conocerlo, por supuesto. 

Conocer a un compositor de la talla de Crumb y ver que era una persona súper humilde, al que no le importaba trabajar con un pianista joven y con ganas, fue también muy estimulante.

¿Qué fue lo primero que oíste de Philip Glass y a qué edad?

Yo creo que lo primero, siendo sinceros, sería probablemente la banda sonora de El show de Truman (una vida en directo), que compuso él. No me acuerdo de cuando vi la película, pero podría tener, no sé, catorce o quince años. Y lo que sí recuerdo fue buscar la banda sonora de la película, para tocarla al piano. A día de hoy, en muchos conciertos, incluyo como bis Truman Sleeps.

Eso fue lo primero. Lo siguiente que pude conocer creo que fue Einstein on the Beach y a partir de ahí me metí un poco más con su música de piano, los Études for Piano o el Wichita Vortex Sutra, que es también una de mis piezas favoritas y definitivamente el Mad Rush y sus Metamorphosis,que me encantaron. Me parecen fantásticas, aunque ya no pude incluilas en este disco porque ya era demasiado…

Cuando fui a ver Akhnaten a la Metropolitan Opera House aquello marcó un antes y un después. Ver en directo la música de Glass, en una grandísima producción, sin importar la duración de una ópera de varias horas, fue, para mí, fantástico, una experiencia musical increíble. Ahí fue cuando decidí que tenía que grabar su música, que lo necesitaba. Además, una cosa que a mí me gusta mucho es grabar los proyectos discográficos como monográficos de un compositor, para que estos proyectos los encuentre la gente a través del compositor. Quien no me conozca es difícil que busque Fabio Álvarez, pero hay muchísima posibilidad de que busquen a Philip Glass y que encuentren mi disco a través del compositor. Y que entonces me conozcan a mí como pianista.

Tú eres concertista de piano y a mí siempre me ha llamado mucho la atención que en el mundo de la música clásica Philip Glass no es que sea despreciado, pero sí poco valorado y se le tilda, peyorativamente, como “músico pop”. En tu dimensión de concertista de piano ¿qué es para ti Philip Glass?

Siempre hay compositores que gustan más y otros que gustan menos. En el mundo de Glass es cierto que hay bastante gente que puede tener esa opinión. Pero, curiosamente, también ocurría con un compositor como George Crumb, que es una música que investiga mucho el timbre y las técnicas extendidas de piano, y también me encontraba con muchos pianistas o músicos clásicos a los que no les agrada tampoco ese tipo de sonoridad. Con Glass ocurre lo mismo, pero desde otro punto de vista y yo creo que esto sucede, desde mi humilde opinión, por la simpleza de su material. Es decir, si nosotros analizamos de buenas a primeras una partitura de Philip Glass es muy sencilla a nivel armónico. No tiene tampoco partes para ejercitar el virtuosismo…

… No es Rajmáninov

Pero es que Glass no compone con ese objetivo. Para mi, Glass trabaja otra cosa muy diferente: la dimensión del tiempo. A él no le gusta que lo denominen compositor minimalista, él prefiere que le llamen compositor de estructuras repetidas. Y estas estructuras repetidas, con materiales melódicos muy concretos y muy seleccionados, crean en el oyente una sensación diferente que si solo escucharan ese material una sola vez. Es decir, igual que sucede en la vida, a veces necesitamos que nos repitan las cosas cuatro veces para que las entendamos o para que se nos queden en la cabeza.

En esta música también sucede y cuando escuchamos un tema o un acorde o lo que sea durante cuatro veces, cuando recibimos un material nuevo, esa sensación de recibir material nuevo resulta diferente. Glass, para mí, va más allá de lo que son las notas y la armonía. Ofrece una sensación general más amplia. Obviamente hay una expresión tímbrica, rítmica y muchas más cosas. Por otra parte, no hay que olvidar que Glass es un señor y un compositor muy, muy formado. Estudió con Nadia Boulanger en París, estudió música hindú con Ravi Shankar. Estudió en la Juilliard. Tiene muchísimos, muchísimos reconocimientos de primerísimo nivel y su música se consume a un nivel muy elevado. Yo recuerdo acudir a la Ópera Metropolitana de Nueva York para ver su ópera Akhnaten y estaba lleno. Y esto sucede con muchas otras muchas cosas suyas. Entramos en el terreno de los gustos y yo entiendo que haya gente a la que pueda gustarle más o le puede gustar menos y todo es respetable.

Yo he tenido la suerte de poder entrevistar a Philip Glass en tres ocasiones y en una de ellas me llegó a decir que a él lo de la posteridad se la trae completamente al pairo…

(Risas). También hay una entrevista en la que él comentaba que a veces se le acercaba gente diciéndole que escucha sus obras y que por más que las escucha no acaba de entenderlas o de disfrutarlas, y él les decía, “pues escuche otra cosa” (risas). A mí Glass mí me apasiona y me pasa igual con Crumb. Y los dos son gente con los que sucede lo mismo que con Debussy: que los escuchas y sabes que es de Debussy, de Crumb o de Glass. Es difícil confundirse. Tienen una personalidad muy fuerte y un estilo muy marcado y eso a mí, como pianista, me atrae muchísimo. Yo también soy una persona de extremos, y de un Crumb completamente atonal, con técnicas extendidas, con material nuevo prácticamente en cada compás, me he ido a Glass, con algo que a nivel armónico es súper sencillo.

Incluso a nivel visual: si comparamos una partitura de Crumb con una de Glass son como el día y la noche. Yo creo que los artistas tenemos que publicar para ampliar repertorio. Hay tanto repertorio y es tan vasto que creo que grabar… no sé, otra vez los Nocturnos de Chopin o todo este tipo de cosas que se han grabado tantas y tantas veces y que se han tocado tantas y tantas veces, no tiene sentido. Los pianistas de hoy en día también tenemos que abrir horizontes y mostrarle a la gente que hay muchísima música y muchísimos compositores y que es realmente música muy interesante y de altísima calidad.

Me alegro, porque yo no soy músico ni tengo formación musical de ningún tipo y no puedo rebatir musicológicamente a nadie. Y he entrevistado también a algún gran director español y me fastidia que, por ejemplo, cuando le comenté lo que Glass decía de la posteridad, él me respondiera que tampoco creía que fuera a pasar a la posteridad. Por otra parte, también me molesta que por el lado de los músicos más de vanguardia siempre opten por Steve Reich frente a Philip Glass. A mí también me gusta Reich, pero no entiendo la animadversión hacia Glass. Es como ese viejo enfrentamiento entre Beatles y Rolling Stones: los Beatles son los populares, pero los Rolling Stones son los que molan.

Entiendo perfectamente lo que dices, porque a mí me ocurre lo mismo. Además, yo puedo entender que a ti te guste más un compositor o no, pero una cosa es que te guste más o te guste menos y otra cosa es si es bueno o no es bueno, o si es un buen compositor o no es un buen compositor, o si su música es buena o su música no es buena. Hablamos de un compositor que es muy reconocido, que tiene sus óperas representándose en los mejores teatros de ópera del mundo, que su música la toca el cuarteto Kronos o Yuja Wang.

© Fotografía de Fabio Álvarez junto a un retrato de Philip Glass realizado por Luis Álvarez Roure, descargado de la web del pianista.